Blanca Estrella Ruiz Ungo es presidenta de la Asociación Clara Campoamor, que lucha por la protección de aquellos niños que sufren la violencia de género y que, a veces, pagan con sus vidas la venganza que, generalmente el padre, quiere lanzar contra la madre. El viernes estaba en Tenerife, pero el congreso en el que iba a participar no se celebró.

Sabe de lo que habla. Y pone de ejemplo el caso de las dos niñas de 9 y 7 años que presuntamente fueron asesinadas por su padre el jueves en San Juan de la Arena (Asturias). El abogado de la madre pidió protección para esta, pero no para las niñas. El motivo es que la mujer no quería que las menores cortaran su relación con el padre, pues no lo consideraba un hombre violento. Y este aprovechó el horario de visitas para acabar con sus vidas y después suicidarse.

Ruiz Ungo considera fundamental que en las medidas cautelares que se adoptan para proteger a las mujeres víctimas de violencia machista también estén incluidos los hijos de la pareja o de otras relaciones, para evitar que ocurran tragedias.

La portavoz del colectivo Clara Campoamor recuerda que, a principios de 2011, se estimaba que la cifra de niños asesinados en actos de venganza hacia la mujer en los ocho años anteriores ascendía a 32. Y, aunque no posee datos exactos, está convencida de que actualmente esa cifra supera ampliamente los 40.

Blanca Estrella Ruiz quiere que la Ley de Violencia de Género, vigente desde el 2003, incluya que en las medidas preventivas se debe proteger de forma expresa a los "hijos e hijas".

En la mayoría de los casos, los jueces aplican medidas cautelares para impedir tragedias solamente en beneficio de la mujer, con lo que no se está aplicando toda la extensión que permite la legislación, según Blanca Estrella Ruiz Ungo. La presidenta de Clara Campoamor recuerda que en la actual normativa se recoge la posibilidad de retirar el régimen de visitas o la patria potestad a los padres.

Y se pregunta cuántas vidas de niños se hubieran salvado si dicho apartado se hubiese aplicado por parte de los jueces.

Ruiz Ungo manifiesta con rotundidad que, hasta ahora, nadie le ha podido negar que aquellos niños que ven a su padre pegar a la madre también son víctimas, porque "sufren, se esconden debajo de la cama, se avergüenzan al ir al colegio y tienen miedo".

Respecto el caso de los dos niñas asesinadas en Asturias, ocurrido el pasado jueves, advierte de que "alguien tendrá que dar cuenta del error cometido".

Para Ruiz Ungo, el error clave radica en que un juez vele por que el autor de las agresiones "tenga derecho a ser padre y no por el derecho a vivir de las niñas, en este caso concreto". Apunta enfadada que "con las niñas habrá acabado él, pero alguien le ha permitido tener la posibilidad de hacerlo".

Pero también se muestra optimista, ya que se ha creado la Subcomisión de Protección de los Derechos de la Infancia en el Congreso, "por fin, matiza". Y recuerda que hace dos semanas se presentó la "Ley de Protección a la Infancia", donde se recoge que "los hijos de las víctimas serán equiparables a las víctimas". Comenta que ese proyecto está en fase de discusión y enmiendas.

"Lo conseguimos, pero nos costó mucho"

Luz Marina Rodríguez es hermana de Guacimara, la mujer asesinada en Los Gladiolos (Santa Cruz de Tenerife) en febrero de 2013 por su expareja. Luz Marina, que es trabajadora social, relató en primera persona a EL DÍA los sufrimientos que ha tenido que pasar su familia después de la muerte de su hermana, ya que al dolor intrínseco de la pérdida, ha debido sortear una serie larga de obstáculos administrativos y burocráticos. Guacimara tenía dos hijos con su asesino. Luz Marina Rodríguez comenta que "tuvimos que pelear duro" para lograr que el autor de la muerte violenta de su hermana no conservara los derechos de visita de sus hijos en la cárcel, así como la patria potestad de los pequeños. Explica que, por una parte, está la legislación y, por otra, cómo pueda interpretar la Ley un determinado juez o magistrado. Por esa razón, coincide plenamente con los argumentos esgrimidos por la Asociación Clara Campoamor para que las autoridades judiciales tengan muy presente la importancia de proteger a las mujeres víctimas de violencia de género, pero también a otras personas que, hasta ahora, han estado olvidadas, como son los hijos de la pareja o de la mujer afectada. Hasta tal punto es así que, hasta hace poco, no existían estadísticas de aquellos niños que pudieran estar viéndose afectados por las agresiones físicas o psíquicas de sus padres. Por ese motivo, aún no hay datos exactos de las muertes de menores vinculadas a episodios de violencia machista. Luz Marina señala que hubiera sido "muy duro" tener que llevar a la cárcel a dos niños que vieron cómo fue apuñalada su madre hasta morir para que se encontraran con su asesino. Este es un ejemplo de las vivencias terribles por las que deben pasar algunas familias tras la pérdida de un ser querido.

las claves

La Asociación Clara Campoamor trabaja intensamente para que los hijos de las víctimas de violencia machista también sean protegidos por las autoridades judiciales.

Blanca Ruis Ungo estima que los jueces no aplican, en toda su extensión, la actual legislación para evitar la muerte de menores por venganza.