Los vigilantes del centro penitenciario Tenerife II intervienen objetos muy diversos en el interior del recinto carcelario. Uno de estos funcionarios, Bernardo Fernández, de la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSI-F), comenta que, básicamente, se intenta pasar a los internos aquellos productos que ellos mismos no puedan fabricar en la prisión.

Fernández aclara que "hay de todo, desde teléfonos móviles hasta sustancias estupefacientes", pasando por los "pinchos" (armas carcelarias fabricadas con metales) o la "chicha" (como se denomina al alcohol fabricado en la cárcel tinerfeña). Los vigilantes también hallan máquinas tatuadoras "caseras", medicamentos no prescritos por los servicios sanitarios del centro, palos de madera o piedras introducidas en calcetines, que pueden ser armas peligrosas en caso de alguna reyerta.

Fernández comenta que, en el caso de las visitas, las personas que pasan por el arco de seguridad solo se cachean cuando el mecanismo "pita". En caso de que la persona no acepte el cacheo, tiene la opción de marcharse sin ver al interno. La droga que llega a través de las visitas puede dejarse bajo alguna mesa, en los falsos techos, en una planta o en cualquier hueco.

A veces llega a su destinatario y, a veces, no. Pero la mayor parte de los estupefacientes se introducen cuando algunos internos regresan de permiso y la guardan en el recto.

Según Fernández, los vigilantes también detectan droga en el interior de las suelas de "tenis" o zapatillas deportivas.

Las sustancias estupefacientes son muy demandadas en el interior de prisión y, evidentemente, un lugar de "pase" habitual se produce en los encuentros "vis a vis", denominadas técnicamente como las comunicaciones íntimas, familiares y de convivencia.

Resulta evidente que no se pueden ordenar la realización de radiografías para todos los internos que regresan de permiso ni para todos los familiares que acuden a las mencionadas citas. Solo en algunos casos de los "vis a vis" se introduce droga.

Determinados teléfonos móviles con forma redondeada también suelen meterse en la cárcel escondido en el recto de algunos presos. A pesar de los inhibidores de señal, siempre se descubre alguna pequeña zona en la que existe cobertura y que es aprovechada por diversos presos para comunicarse con el exterior.

Para el portavoz del CSIF, los "pinchos" pueden hacerse del forjado de la estructura del edificio, vallas metálicas, rieles de gavetas de una mesa, con cuchillas de afeitar o con una punta de hierro amarrada a un palo, entre otras.

Bernardo Fernández comenta que las formas de fabricar un arma peligrosa son muy diversas, hasta con un trozo de azulejo roto.

En cualquier caso, este funcionario de prisiones reconoce que la conflictividad en el centro penitenciario Tenerife II ha descendido considerablemente en los últimos años.

En estos momentos, la población reclusa de la cárcel situada en el municipio de El Rosario ronda los 1.100 internos aproximadamente.

Ese descenso de la población reclusa es un fenómeno generalizado en toda España y, según los datos que posee la Central Sindical Independiente de Funcionarios, asciende a unas 8.000 personas menos en todo el país.

En el caso de Tenerife II, el descenso en el número de presos estuvo directamente relacionado con la apertura del centro penitenciario Las Palmas II, según Fernández. Respecto a otros productos que pueden ser intervenidos en la cárcel, la "chicha" se fabrica con fruta fermentada y la utilización de levadura acelera el proceso de fermentación. Precisamente, en las semanas previas a las fiestas de Navidad suelen incrementarse las intervenciones de esta bebida alcohólica en los registros en las celdas y diversas zonas comunes. Fernández comenta que "es muy habitual encontrar bidones enteros de chicha" en algunos espacios.

Polémica no justificada en Las Palmas II

Hace varios días una abogada denunció que las letradas que se entrevistan con sus clientes en el centro penitenciario Las Palmas II sufren un trato vejatorio, al tener que pasar a un cuarto y quitarse la ropa interior, para evitar que pite si tiene aros metálicos. Para Bernardo Fernández, "hay un reglamento e instrucciones de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias", por el que determinadas autoridades, como jueces, fiscales, personal de la Administración de Justicia y autoridades, pueden acceder a una prisión sin necesidad de pasar por el arco de detección de metales. Para Fernández, lo preocupante de esta situación es que los abogados quieran equipararse al poder judicial, "cuando lo cierto es que acuden a un centro penitenciario porque defienden a un interno". Para este representante del CSIF, "cuando yo voy al Palacio de Justicia, a la Delegación de Hacienda o a un aeropuerto, tengo que pasar por el arco de metales". Aclara que en el Palacio de Justicia los letrados están exentos de hacerlo. Fernández muestra su "indignación" con la mencionada polémica, ya que, a su juicio, no está fundamentada.

las claves

Los objetosintervenidos en la cárcel por los vigilantes son muy variados, pero los más comunes que se introducen son droga y móviles.

Los internos soncapaces de fabricar una bebida alcohólica, denominada "chicha" con fruta fermentada, a la que se le añade levadura.

Las armas carcelerasson fabricadas con rieles de gavetas, trozos de forjado, puntas de hierro u hojillas de afeitar.

El CSIF considera injustificada la polémica generada por una abogada en Las Palmas con los arcos de seguridad y los sujetadores.