Hace un siglo, un burro blanco, nacido de la pluma de un poeta, dio lugar a una obra universal, "Platero y yo", que creó una imagen afable de un animal cuya supervivencia está hoy en manos de la Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo), que cumple precisamente ahora un cuarto de siglo.

25 años de "militancia borriquera" lleva Pascual Rovira, un vecino del municipio de Rute, en Córdoba, que ha dedicado su vida a la protección de estos animales, y más concretamente a la raza andaluza-cordobesa, en su casa-refugio, por donde han pasado varias celebridades como Camilo José Cela, José Saramago, la reina Sofía o la duquesa de Alba, y que él llama "República Borriquera".

Pascual se toma las cosas con humor y no le importa que le llamen "friki", según reconoce a Efe, porque cree que la mejor manera de trasladar un mensaje serio, como es el de la extinción del burro español, es a través del humor.

Sus dotes de "showman", su carisma y su insistencia le han conseguido portadas en medios de comunicación internacionales como Wall Street Journal, New York Times, BBC, RAI y Der Spiegel, amén de las que ha logrado en España, donde se le ha llamado "Doctor en burros".

Pascual tiene algo de la visión tierna e infantil que dio el nobel Juan Ramón Jiménez en "Platero y yo", cuya primera edición cumple ahora cien años.

Rovira ha puesto su granito de arena en el Año Platero y viajó con la burra "Platerilla" para estar en un acto celebrado en Moguer (Huelva), pueblo natal del poeta, y también repartió algunas de las 3.600 láminas que el artista Vicente Vilá Gimeno "Wila", uno de los más afamados cartelistas de la República, pintó sobre "Platero y yo" en 1965 con motivo de la concesión del Nobel a Juan Ramón Jiménez.

Algunas de estas láminas reposan en su casa de Rute, junto a sus "logros" en los medios de comunicación, mientras que otras están en el refugio de Adebo que, desde su puesta en marcha, ha recuperado a más de 200 burros abandonados y heridos, y que hoy da cobijo a medio centenar de ejemplares de la raza andaluza-cordobesa.

Entre ellos "Mandela", el burro que besó la reina Sofía en su visita a esta reserva que, con la crisis, ha sufrido varias amenazas de cierre, aunque ha seguido en activo gracias a donaciones privadas y a las dotes de Rovira.

Porque sólo a Pascual se le puede ocurrir pedir al fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, que bautice al burro que Adebo le regaló a Iñaki Urdangarín, o hacer que los ejemplares con los que obsequió a Fidel Castro y Bill Clinton copulen en un "acto simbólico del fin del bloqueo" entre Cuba y EEUU.

Son sólo algunas de las "puestas en escena" de Pascual, como la que la semana pasada llevó al cantante "El Koala" a dar un concierto en plena reserva, frente a una veintena de burros.

"Estos animales han arrastrado una mala reputación de leyenda, y era necesario que se creara una corriente de simpatía hacia ellos", rememora Pascual sobre cómo comenzaron sus acciones borriqueras, que arrancaron con su participación en los actos del 75 aniversario de "Platero y Yo".

Y parafraseando a "Platero y yo", Pascual y sus burros viven "al lado de la vida alegre y serena", mientras los jilgueros les proveen de "un breve techo de música entre el sueño tranquilo y el infinito cielo de azul constante". Cambien Moguer por Rute.