Estos días, del jueves pasado hasta ayer, no he parado de darle vueltas al asunto y debo reconocer que tal memez (por simple) o mentira (mejor las dos cosas) ha conseguido estropearme hasta una docena de segundos en las seis jornadas transcurridas desde aullido tan replicado. El balance no es nada desdeñable, y la culpa de resultado tan estremecedor lleva el nombre de Mariano Rajoy; sí, del soso presidente del Gobierno de España, como gusta hablar del Ejecutivo, y hasta gritarlo, a los más peperos.

Rajoy dijo ese jueves negro, sin despeinarse ni sonrojarse, que "la crisis es historia del pasado (sic) en España". La operación de mercadotecnia política definida para excelso día no se finiquitó con esas únicas "palabrotas". Hubo más e igual de hirientes; por ejemplo, aquello de que "estas Navidades serán las primeras de la recuperación" y lo de que "si el paro no está dando tregua, el Gobierno no dará tregua al paro". Estos han sido algunos de los mensajes cocinados por Moncloa para animarnos la Navidad y Reyes (¡qué mal gusto!), primero a través de la comunicación desabridona del presidente, un sucedáneo de lo que es él, y después por medio de sus levas o bandas de cornetas y tambores.

La tontería embellecida con papel de regalo que desenvolvió Rajoy aprovechando los focos del Encuentro Empresarial sobre el Plan Estratégico de Internacionalización, un cónclave poco oportuno para que las mentiras resulten creíbles (el objetivo mal apuntado), me pilló con la última novela de Enrique Vila-Matas, "Kassel no invita a la lógica", abierta por la página 107, y ello, de forma instantánea, me valió para calificar la bobería de Rajoy como un auténtico y casi perfecto "mcguffin"; o sea, una idiotez, una mentira, la medida de la estulticia...

Dicho por Vila-Matas, que para eso él alumbró el barbarismo, "para explicar qué es un mcguffin lo mejor es recurrir a una escena de tren: ''¿Podría decirme qué es ese paquete [también vale la otra acepción] que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?'', pregunta un pasajero. Y el otro responde: ''Ah, eso es un mcguffin''. El primero quiere entonces saber qué es un mcguffin, y el otro le explica: ''Un mcguffin es un aparato para cazar leones en Alemania''. ''Pero si en Alemania no hay leones'', dice el primero. Entonces eso de ahí no es un mcguffin". Creo que ha quedado claro por qué lo de Rajoy del jueves es hasta un encadenado de "mcguffins".

Por cierto, este lunes Rajoy quiso quitarse de encima el "mcguffin" del jueves y no lo logró. Los "mcguffins" lo persiguen, y ya lo acompañarán sin remedio posible hasta la derrota final.

@gromandelgadog