Ayer me sorprendió la primera hora de la mañana sumido en una de esas eternas colas que se suelen formar por estos días en una sucursal bancaria. Repleta de gente mayor que como cada final de mes suele ir a cobrar su pensión. Gentes que no entienden de bancas virtuales ni de transferencias electrónicas. Gentes que reciben su dinerito en mano y se van por la puerta, apretándolo como el que agarra un diamante.

En la cola escuché las conversaciones. Y la verdad es que media hora después salí del banco pensando en ello. "En Nochebuena no puede faltar nada en la mesa...", decía una señora. "Ya veremos cómo salimos adelante, pero quiero que mis hijos, en paro, disfruten al menos esta noche", susurraba un jubilado al oído de su esposa.

Nunca las pensiones de los abuelos taparon tantos agujeros y llevaron al menos una sonrisa a hijos y nietos. Nunca el dinero de los mayores, que fue congelado y probablemente hasta usado para pagar parte del rescate bancario, llenó tantas neveras y completó la hipoteca.

Nunca sabremos agradecer a una generación de abuelos y abuelas tanto desvelo y tanto cariño a fondo perdido. Hoy es la Nochebuena de ellos, de abuelo y abuela. Sin ellos, sería noche amarga para muchos. Va por ellos. Feliz Navidad.

@sdnegrin