El del Rey, el 24 de diciembre. Tocó todos los palos que intranquilizan e indignan a una buena parte de la sociedad española. Hay otra parte de esta sociedad que se halla lejos de la indignación porque les ha ido muy bien el periodo de crisis que hemos venido padeciendo, y que quisiera creer que está coleando. Son aquellos, los menos, que han obtenido jugosos beneficios de las penurias de los más. Y que ha dado lugar a la amplitud de la brecha entre los que más tienen y los que menos.

Una llamada del Rey a la regeneración de la sociedad para erradicar la corrupción que tanto daño ha hecho, está haciendo, a la confianza que el votante ha de tener en los cargos públicos en quienes deposita su representación. Ciertamente que entre esos representantes hay muchos a los que no se puede ni debe tildar de corruptos. Pero como la democracia interna en los partidos políticos que nos gobiernan es un capítulo pendiente, a pesar de los más de treinta años de vida de la Constitución, viene a ocurrir que no se depuran con la celeridad y contundencia necesaria los casos de corrupción en el seno de los mismos. Ni en las instituciones. Y la mancha propiciada por los corruptos alcanza a aquellos que no lo son y que no hacen nada por erradicarlo. Es más, todavía recuerdo el caso de Alonso Puerta, en el Ayuntamiento de Madrid, que fue expulsado del PSOE por denunciar un caso de corrupción.

Corrupción siempre la ha habido, pero tengo la impresión que nunca ha sido del nivel que hemos alcanzado en el periodo pretendidamente democrático que nos dimos tras el fallecimiento de Franco. Y solamente en estos últimos años estamos viendo y conociendo de la actuación judicial y policial en la persecución de bastantes casos. No creo yo que sea mérito de la acción de gobierno del Estado, sino de que toda esa corrupción alcanzó el grado de metástasis en el conjunto del Estado. Y el Rey se ha pronunciado, a pesar del caso que afecta a su hermana. He oído a algún comentarista reprocharle que en su discurso no hiciese mención explícita a tal caso ¿Hacía falta? Sinceramente creo que no. El caso estaba implícito en su discurso.

Ninguno de los gobiernos que hemos tenido, o padecido, ha mostrado interés en la dotación de medios y recursos a la justicia para contener y erradicar aquel cáncer con la celeridad necesaria que impidiese la desafección de la ciudadanía a lo político y que ha dado lugar a la eclosión de una organización asamblearia, "Podemos", que ha puesto en crisis al bipartidismo y a los partidos políticos que lo propiciaban.

Exquisitez y contundencia del Rey en cuanto al problema catalán, catalibán diría yo, y la afección que para el Estado, incluida Cataluña, tiene. En definitiva, un buen primer discurso de Felipe VI. A mi entender.