Se termina 2014. Es hora de hacer balance, pero sin entretenerse demasiado en lo vivido. Solo lo necesario para aprovechar la experiencia de cara al futuro. Ya esta semana el rey Felipe VI hacía lo propio y dejaba a los canarios un sabor agridulce al no haber mencionado para nada las Islas. Igual que a otras comunidades, podrían responder unos. Cierto, pero no todas son iguales ni soportan, por ejemplo, la tasa de desempleo que el Archipiélago, con todo lo que ese dato, más allá de las cifras, supone. Su Majestad centró su discurso en lo que ha venido a denominarse las tres "ces", corrupción, crisis y Cataluña. ¿Por qué no haber añadido una cuarta y haber incluido a Canarias? No es una simple anécdota. Es una muestra más del papel que juega esta tierra en el conjunto de España, gracias, entre otras cosas a los políticos que rigen sus destinos. Sí, sus políticos. ¿Cuánto tiempo lleva el presidente del Gobierno canario alejado de la realidad de estas Islas? Pues casi cuatro años. Enfrascado en un monólogo sobre el petróleo sin atender a otras cuestiones. ¿Por qué extrañarse entonces de que fuera tampoco se ocupen de Canarias?

Acaba 2014 con buenos resultados en el sector que tira de la economía de las Islas. Pero una vez más hay que llamar la atención de que solo del turismo no puede vivir Canarias. Es preciso aprovechar su tirón para el desarrollo de otras actividades: agrícolas, ganaderas, industriales, construcción, conocimiento, etc. Un planteamiento cuya aplicación no puede demorarse por más tiempo. El Archipiélago se juega su futuro y son muy pocas las voces que se alzan para exigir al Ejecutivo que tome medidas en este sentido. El análisis del año que ahora culmina debería servir para abordar en serio esta materia.

Canarias no apareció tampoco en la rueda de prensa que ofreció el viernes el presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy. Quizás porque los datos sobre la recuperación económica aquí no son tan evidentes. Las Islas continúan a la cola en casi todos los indicadores, salvo en los que debería, que sucede todo lo contrario, y no es cuestión de tirar por tierra todo el argumentario que le habían preparado al señor presidente. Una lástima que los esfuerzos dedicados a otros menesteres no se empleen en reclamar un mayor protagonismo a nivel nacional. Aunque ya habrá tiempo de hablar de ello, 2015 es año electoral y estas cosas pasan factura.

El año que termina deja en esta Casa un gran vacío. La pérdida de José Rodríguez Ramírez, durante tantos años su alma máter, fue, sin duda, un duro golpe. Sin embargo, como apunta el inicio de este editorial, hay que mirar al pasado, no para quedarse amarrado a él, sino para afrontar el futuro con más experiencia. Y así ha sucedido en este caso. La mejor forma de mantener vivo el espíritu de don José ha sido continuar con su trabajo siguiendo los pasos de la persona que él designó para hacerse cargo de este grupo de comunicación. Su hija, Mercedes Rodríguez, una persona joven, pero con experiencia, ilusión y ganas, es ahora la cabeza visible de este proyecto y quien lo llevará, como ha hecho en estos últimos ocho meses, a buen puerto. Feliz y próspero 2015.