En el belén confeccionado este año en el hall del Cabildo todo está pensado al detalle, casi milimetrado. Cajas de frutas, alfombras que imitan a las de la época, damascos que cuelgan, gestos, una niña que se asoma por la azotea de una casa. Hasta el jarrón que falta en el burro es el mismo que está en la mano del hebreo. Detrás de la composición está Jesús Manuel Martín, más conocido como Manolo, un experimentado belenista natural de Garachico que ha dedicado buena parte de su tiempo libre a este arte.

Pero también a las alfombras del Corpus, a las vestimentas típicas canarias, a la Semana Santa... Y es que, más allá de su faceta belenística, Martín es una especie de polifacético del costumbrismo. Junto a sus trabajos navideños, otra de sus aportaciones más destacadas a la tradición tiene que ver con la romería garachiquense de San Roque (o San Roquito), de las más singulares y concurridas de la Isla. En ella, según explica, es habitual de la elaboración de carretas de terminación cuidada o hasta ha dirigido la ceremonia de algunos pregones.

Su vinculación al tipismo no queda ahí. Además de haber sido miembro de la Comisión Organizadora de la Cabalgata de Reyes de Garachico, ha participado en las carrozas de las fiestas lustrales o desempeñó durante dos años el cargo de presidente de la Semana Santa de ese municipio, de la que, además, fue pregonero. También relata que su familia se encarga de cuidar el paso de la Oración en el Huerto o que ayudó a la recuperación, entre otros actos, de la pandorga de Garachico.

Ahora bien, de sus explicaciones se desprende que su afición más intensa es al belén. Prueba de ello es que tiene una colección de nacimientos del mundo, con piezas de China, México, Kenia o Japón, entre otros muchos lugares. Y, aparte, conjuntos de piezas más amplios: uno de Madrid, otro de procedencia andaluza o un tercero murciano, que precisamente es el que utiliza en la obra realizada en el Cabildo tinerfeño.

Hacer el nacimiento de la institución insular supone un reto, o al menos así lo entiende Manolo Martín, que no olvida el nivel de quienes le han antecedido en los 26 años de historia de este belén. ¿Y cómo estar a la altura? La apuesta de este funcionario ha sido un proyecto de casi unos 15 metros cuadrados y que, todo sea dicho, le ha llevado unos cuantos meses de trabajo. Pero la respuesta del público recompensa el esfuerzo realizado. Al menos el viernes pasado por la tarde no dejaban de entrar y salir visitantes.