Younousse Diop, senegalés, 20 años, mediocampista, acaba de poner en regla la documentación que le permite orillarse al sueño que empezó a gestarse un día del mes de agosto de 2006, probablemente el 16, cuando la patera en la que cruzó el Atlántico arribó a Tenerife.

Youno, como le llaman sus más afines, era solo un niño cuando puso pie en tierra, aunque Álvaro Corcuera, en un reportaje que publicó El País, cuenta que el propio Youno trató de convencer a las autoridades de que ya estaba en edad legal para trabajar (15 años). La desintometría ósea que le realizó la Policía estimó que tenía solo 10 años. Ahora, con los datos oficiales recabados a su país para la confección de su pasaporte, se ha conocido que llegó con 12 años, dos más de los que se le adjudicaron oficialmente entonces. Ha jugado todo este tiempo acreditado legalmente por la autoridades con una edad inferior a la que tiene y solo ahora se ha sabido que nació hace 20 años. Sus compañeros todo este tiempo, siguen siendo juveniles...

Youno fue ingresado en el Centro de Menores de Tegueste, que se habilitó solo días antes para dar cabida a la gran cantidad de inmigrantes que llegaban a la Isla en esas fechas. El citado centro, un antiguo instituto de la villa norteña, está situado al lado del nuevo campo de fútbol municipal en el que es normal ver a los niños inmigrantes matando el tiempo libre. Uno de los habituales espectadores de aquellos partidillos, no por casualidad, era Sesé Rivero, que puso el ojo en Youno, cuyo relieve futbolístico resultaba indiscutible. Un compendio de físico, habilidad y fuerza. Sesé enroló a Yonou en el club, lo vistió de corto y los integró en el equipo alevín, pero la verdadera lucha del entonces coordinador de las categorías inferiores solo había escrito su primer capítulo.

Las autoridades decidieron llevarse al niño a La Palma, con la idea de trasladarlo luego a la Península. Sesé reaccionó y acordó con el Mensajero una cesión para que Youno no dejara de jugar. Una vez acabada su etapa de rojinegro, la lucha de Sesé culminó con la gran noticia: Youno volvía a Tenerife y encontraba su hogar en Aldeas Infantiles. Transcurría el año 2008. "Sin la ayuda de Aldeas y la del Gobierno de Canarias, no hubiéramos podido tenerlo ahora en el club", asegura el gran valedor del muchacho. Youno salió cedido al San Andrés para jugar en el equipo juvenil, al que ya entrenaba entonces Pablo Paz, pero pronto dio el salto al Preferente, en cuyas filas terminaría coincidiendo otra vez con el técnico argentino. De vuelta a casa, el senegalés compartió equipo con Jorge Saenz, aceleró su carrera, debutó con el Tenerife B, con el que ha jugado los tres últimos partidos, como titular con Quico de Diego (ante Las Zocas, el San José y el Lanzarote), ya con la decisión interna tomada de hacerlo subir al primer equipo en cuanto fueran tramitados sus papeles.

El pasado viernes firmó su contrato para garantizar un futuro a medio plazo en el club. La fórmula (2+2 años) permitirá a Youno intentar aprovechar la gran oportunidad por la que lleva luchando la mitad de su vida, cobrando ahora unas cantidades que se incrementarán la próxima campaña y que le van a permitir establecerse en un piso por primera vez desde que salió de casa, con algo más de dinero que los entre 5 y 10 euros que ingresaba como sueldo en el centro de Tegueste y con hilo directo con su familia en Senegal, nada que ver con los 40 minutos mensuales que le estaban permitidos comunicar en su primer ingreso como inmigrante ilegal, hace ya 10 años.

El Tenerife, que tiene depositadas grandes esperanzas en su talento y espectacular capacidad física, se garantiza el blindaje del futbolista a través de una cláusula que no admite ningún tipo de tentaciones ajenas. Younousse es una expectativa, uno de los jugadores más impactantes de la última década en la cadena de filiales y uno de los grandes sueños de la persona que lo ha apadrinado en esta aventura. "Sin Sesé Rivero no sabemos dónde estaría este chico ahora. Ha luchado muchísimo por él". Con conocimiento de causa.