Este año que termina en cinco -mi número preferido-, prefiero no pedirles nada en especial, al menos para mí; uno ya está un poco de vuelta de todo y para el tiempo que me queda por vivir me conformo con aquello que decía mi padre: "Ante la incertidumbre que me depara el futuro, Virgencita, déjame como estoy". En todo caso, queridísimos Reyes Magos, no me quitéis aquello que tengo y que he conseguido a base de esfuerzo, dedicación y sacrificio: una familia unida, y aunque en todos los hogares cuecen habas, nosotros al menos formamos una piña para lo bueno y para lo malo; nos queremos, nos respetamos y nos echamos una mano los unos a los otros en caso de necesidad.

Tampoco me quitéis los pocos amigos que aún conservo ni mis ansias de vivir por seguir ayudando a mi familia y a los demás. Sin ellos, la vida tendría poco sentido; sería como vivir dejándose llevar por la rutina del que se despierta por las mañanas mirando las horas que aún le quedan para volverse a acostar. Ayudadme a conservar la vista lo mejor posible para poder continuar leyendo y escribiendo, que es lo que realmente me mantiene ocupado y entretenido, pese a que a mi santa esposa siga pensando que terminará siendo mi cegadora perdición; y algo de tiempo para seguir escuchando a Bill Evans, que es quien se ha ocupado casi siempre de poner la banda sonora de mis cálidos días.

Ya veis, mis apreciadísimos Reyes Magos, que tampoco pido nada del otro mundo, al menos para mí; en cuanto a pedir para los demás la cosa cambia por completo, porque la cosa -eso que se ha dado en denominar crisis- está haciendo que la vida en general para millones de personas se haya convertido desde hace algunos años en una jodienda, con perdón, y a eso no hay derecho. Y me estoy refiriendo a que, mientras las cosas vienen mal dadas para muchos españolitos de a pie, para otros que no van precisamente a pie las cosas no solo marchan bien, sino que muy requetebién.

Y ya es hora, majestades, que repartáis con un poco más de tino y sino los regalos que la providencia nos pone en el disparadero; ya es hora de que se socialicen las ganancias y se privaticen las pérdidas; de camino, no estaría mal que le hicierais entender a nuestros gobernantes que no todas las soluciones a nuestros problemas pasan por la economía; que sí, que las deudas hay que pagarlas, pero que no toda la deuda es culpa del ciudadano; que el inmenso gasto del elefantiásico Estado de las autonomías no lo tenemos que pagar siempre los mismos; que a ver, majestades, si les podéis regalar a ciertos políticos algún libro donde se especifique meridianamente que no sólo hay que reestructurar los ingresos, sino más bien controlar y priorizar el gasto.

No es justo, respetadísimas majestades, que se siga despilfarrando, malversando y dilapidando, cuando no directamente robando, los dineros públicos sin que apenas nadie asuma sus responsabilidades. Los ciudadanos andan cabreados, y con razón. Y todo ello lo único que consigue es que los españoles nos sintamos inmersos en un halo de incertidumbre que nos conduzca al peor de los infortunios, que siempre acaba siendo la desesperanza.

Finalmente, queridos Reyes Magos, si andáis mal de tiempo no importa que este año no paséis por mi casa -por aquí las cosas no andan del todo mal-, y pasaos por la de aquellos políticos que andan faltos de honestidad y cordura y dejadles en la chimenea -porque esos tipos casi todos tienen chimenea-, algo de sentido común y un mucho del sentido de la justicia, de honradez y de humanidad, y así todos saldremos ganado.

macost33@gmail.com