"Se accede a la fusión de oficio de los municipios de Realejo Alto y Realejo Bajo, de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, constituyéndoles en un solo municipio, con la denominación de Los Realejos". El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba hace hoy 60 años este decreto por el que las que hasta ese entonces eran dos localidades independientes pasaron a ser uno sola.

El proceso que concluyó, desde el punto de vista normativo, el 6 de enero de 1955 había arrancado casi tres años atrás, cuando ambos ayuntamientos iniciaron el expediente de fusión, que contó con el respaldo del Cabildo de Tenerife. Un acuerdo de la institución insular fechado el 7 de abril de 1954 recordaba que la unión de los dos municipios se había intentado "en diversas épocas" sin que llegara a cristalizar "por motivos ajenos a las corporaciones interesadas".

Motivos "de toda índole" aconsejaban la medida, según el acuerdo adoptado por el Cabildo: los cascos de población de ambos términos municipales se hallaban "prácticamente confundidos"; la separación entre los dos no se basaba en accidentes geográficos o naturales, sino en "una línea imaginaria" que atravesaba por "distintos predios y edificios"; los servicios públicos -teléfonos, electricidad, enseñanza- se prestaban en común; y "la tendencia de la política municipal contemporánea" era la de "formar municipios de gran fortaleza".

La resolución tomada por la corporación insular establecía que el nombre del nuevo municipio sería El Realejo. Este punto sería modificada posteriormente después de que el Ayuntamiento del Realejo Baja propusiese sustituirlo por el de Los Realejos. Además, los dos consistorios aclararon que la confusión entre las urbanizaciones de ambos términos municipales solo afectaba al barrio de San Agustín.

En estos acontecimientos tuvo un particular protagonismo Nicolás González del Carmen, designado alcalde del Realejo Alto en 1952 y a quien se le encomendó pilotar el proceso de fusión. Promovió el nombramiento de Óscar González Siverio como regidor del Realejo Bajo y mantuvo un estrecho contacto con el entonces ministro de Gobernación, el canario Blas Pérez González. Sin embargo, cuando el nuevo ayuntamiento de las villas ya unificadas se constituye el 13 de febrero de 1955, la alcaldía la ocupa Domingo Luis Abreu.

Fue en esa fecha cuando un proyecto largamente anhelado y tantas otras veces frustrado terminó por convertirse en una realidad palpable: dos pueblos, con sus singularidades, fundidos en un proyecto común.

"No hay que perder de vista de dónde venimos"

"Para mirar adelante no hay que perder de vista de dónde venimos y este 2015 representa seis décadas de madurez de un pueblo que unido se ha hecho más fuerte", declara el alcalde realejero, Manuel Domínguez, acerca de estos 60 años en los que "se ha demostrado lo acertado y valioso de aquella decisión que permitió el desarrollo de Los Realejos como uno y convertirlo así en referente de los municipios de la Isla". Domínguez afirma que las generaciones que se han sucedido han adquirido "la conciencia de un pueblo único", pero atesoran la riqueza de ver cómo "conviven las particularidades y la idiosincrasia de aquellos dos Realejos que supieron complementarse".