El papa Francisco citó hoy al arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 y en proceso de beatificación, mientras hablaba del "martirio materno" durante la audiencia general.

En el resumen de la catequesis de hoy, dedicada a las madres, Francisco citó al arzobispo asesinado y una de sus homilías en las que hablaba del "martirio materno".

"Las madres, en el amor incondicional por sus hijos, son el antídoto contra el individualismo, las grandes enemigas de la guerra, lo que el Arzobispo Óscar Romero definió como "martirio materno": una entrega total, en el silencio y la oración, en el cumplimiento de su deber", expresó.

El papa recordó que Romero pronunció estas palabras en mayo de 1977 durante el funeral de un sacerdote de su diócesis que fue asesinado por los escuadrones de la muerte.

En aquella ocasión, continuó el papa, "Romero dijo citando el Concilio Vaticano II que todos debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe aunque el Señor no nos concede este honor. Dar la vida no significa sólo ser asesinados, dar la vida, tener espíritu de martirio, significa dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honrado del deber; en ese silencio de la vida diaria; dar la vida poco a poco".

"Sí, como la da una madre, que sin temor, con la sencillez del martirio materno, concibe en su seno un hijo, lo da a luz, lo amamanta, lo hace crecer y lo cuida con afecto", continuó el pontífice argentino parafraseando a Romero.

El proceso de beatificación de Romero se encontraba paralizado desde hace tiempo, pero ha vivido una aceleración desde la elección de Francisco.

Romero, que se caracterizó por defender a los más pobres y desprotegidos, fue asesinado de un disparo cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer de San Salvador en marzo de 1980, en los días previos al estallido del conflicto armado salvadoreño (1980-1992).

En 1994 se abrió el proceso de beatificación del prelado, pero ahora se necesita que se reconozca el martirio o que se le atribuya un milagro para ser beatificado.