El amor de pareja, las emociones y sentimientos que genera su existencia, su ausencia y la muerte son algunas de las columnas que sustentan el montaje "El diario de Adán y Eva", dirigido por Miguel Ángel Solá, que los actores Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo representarán hoy y mañana, a partir de las 20:30 horas, en el teatro Guimerá de Santa Cruz, una obra basada en la adaptación de unos textos del escritor Mark Twain.

Esta propuesta, que dura una hora y media, transcurre en dos estudios de radio de dos épocas diferentes. En la primera, en los años 60, una pareja de locutores, Fernando y Catalina, dan rienda suelta a un texto del escritor norteamericano Mark Twain (1835-1919), en el que narra la convivencia de Adán y Eva en el paraíso. La segunda historia se desarrolla en la época actual, donde Manuela entrevista a Fernando, ya viejo.

Guillén explicó que los personajes que intervienen en esta historia sobre el amor a través del tiempo "transmiten que el pilar de su existencia ha sido el amor, que toca a todo espectador, quien en este fenómeno teatral participa como un tercer actor. Se da una circunstancia muy especial y es que es un montaje muy estático, con poca puesta en escena, porque nos remite al teatro radiofónico y a un espacio que está entre la lectura y el teatro".

Incidió en la idea de que el espectador de este montaje, que se puede ver con los ojos cerrados, "escucha a los actores casi solo en sus voces y la imaginación tiene que funcionar muchísimo. El espectador es una parte muy activa de lo que es la experiencia de Adán y Eva".

Esta pieza teatral parte de un texto de Twain adaptado por Solá, Oteyza y Manuel González Gil sobre una historia de radio de los años 50 que transcurría entre Uruguay y Argentina. "Nosotros hemos traído esa historia al contexto español y la hemos rejuvenecido diez años, porque es cuando se produce en nuestro país el teatro radiofónico", matizó.

Milán destacó que "El diario de Adán y Eva" habla "del amor que tendríamos que tener todos alguna vez en la vida, de esa relación de fidelidad desde el alma que es capaz de traspasar el tiempo, una vida. Ese tipo de amor que no le llega a todo el mundo".

Guillén comentó que gracias a "la habilidad de este texto la función es una montaña rusa de emociones. Tuve el privilegio de verla cuando la interpretó Miguel Ángel Solá, y recuerdo que fue una de las experiencias como espectador más importantes de mi vida. Es un texto que me conmocionó y me sacudió de arriba a abajo. Lloré y reí sin parar sin saber por qué durante toda la función (...). En este año y pico de gira hemos comprobado que los espectadores se meten en una montaña rusa de emociones. Se alcanza un estado emocional brutal. Es una función muy sanadora tanto para los que la interpretamos como para el espectador que viene a verla. Tiene la capacidad de sanar y colocarte en un estado emocional maravilloso".

Milán corroboró esta afirmación de su compañero de escena, y señaló que la palabra más repetida en el libro de comentarios del público es gracias, además de aconsejar ver la función un par de veces para captar todos los matices que encierra la obra. "Es una función que te pone el contador a cero. Es sutil".

Este tándem de actores, que confesaron que este texto era el más bonito que han representado en sus vidas, reconocieron que el hecho de ser pareja en la vida real les ha ayudado "muchísimo", indicó Milán. "Si me pusieran a Luis Tosar lo haría encantada de la vida, pero no le podría mirar en el fondo del ojo. Al fondo del ojo le puedes mirar a esa persona con la que te has despertado, has discutido, besado, hecho confidencias. Son mil cosas que te unen (...)".

Guillén comparte la misma opinión que su mujer. "Cada vez que hacemos la función es como un taller de teatro. Trabajo tranquilo, muy relajado sabiendo que tengo el apoyo de ella. No existe un atisbo de competitividad (...) Surgen muchas improvisaciones. Es un texto muy vivo, muy abierto".