"Pasamos más frío aquí que en la Celgán". La frase resume el sentimiento de Sergio Chávez , que comparte su esposa Mila. Ambos estuvieron siete meses sin techo en la antigua fábrica de lácteos de Tío Pino y eso "fue duro". Pero casi lo es más la situación, "rodeados de humedades", que sufren hace meses en su nuevo hogar, un piso de "segunda ocupación" que habitan desde el pasado mes de julio en régimen de alquiler social, ubicado en las 174 viviendas del puente de Taco. Una casa, su gran objetivo en la vida, que "nos está dando muchos quebraderos de cabeza desde el principio y ni mucho menos por culpa nuestra".

"El piso estaba en muy mal estado -recuerdan- porque Viviendas Municipales nos la entregó en pésimas condiciones, prácticamente destrozada, con el baño tupido, llena de basura, sin luz y sin agua, tal y como la dejaron los varios okupas anteriores". Pero, apunta Sergio, "eso se solucionó con una reforma exprés, en apenas unos días, que nos permitió empezar a vivir por fin aquí".

Sin embargo, "sobre finales de septiembre o principios de octubre surgió otro problema. Montaron la cocina y al quitar la llave de escuadra dejaron la tubería suelta y el agua empezó a empapar las paredes. Un fontanero lo arregló más tarde pero la fuga de agua fue tan importante y continuada que afectó a la estructura. De ahí, las humedades. Y el recibo del agua lo tenemos que pagar nosotros".

La "chapuza", como la califican -que incluye cables pelados y una instalación eléctrica "al aire"-, unida al crudo otoño y al lluvioso invierno de esta zona de Ofra hacen que "pasemos mucho frío aquí dentro". Por ello, su hija de 18 años, Bárbara, pasa bastante tiempo con su abuela en Los Gladiolos.

"No queremos lujos, en todo caso ya los pagaríamos nosotros si podemos algún día. Solo una vivienda digna porque esta ha sido una decepción. No tenemos cocina, sino una cocinilla que nos han prestado, la nevera se averió y tuvimos que comprar otra de segunda mano", asegura Sergio en referencia a este piso de unos 70 metros cuadrados.

El cabeza de familia trabajó en una empresa dedicada a los productos contra incendios, pero está de baja desde noviembre. La buena nueva es que Mila ha encontrado un puesto de trabajo en el sector de la limpieza.

Todas las puertas se han "abombado" a consecuencia de la humedad y no cierran bien. Incluida la de la calle porque "la pestillera que dejaron era muy vieja, se bloqueó y hubo que romperla a patadas para luego cambiarla".

La pareja presentó una primera reclamación a Viviendas Municipales el pasado 10 de octubre y la segunda este mes. A raíz de la última, hubo respuesta. "El viernes pasado vino un técnico y nos prometió que esta semana traerían unos calefactores para secar las paredes pero hoy (por ayer) todavía no han llegado".

Sergio y Mila creen que "el IMAS ha respondido" porque valoran que les tramiten una ayuda social y el apoyo para que ella tenga trabajo. Pero no piensan igual de Viviendas. Advierten de que "nuestro derecho es tener un piso equipado con lo mínimo y, sobre todo, en condiciones dignas. La humedad ataca ahora en la cocina pero amenaza extenderse por toda la casa".

"Pasamos frío -concluyen-, pero no nos arrepentimos de salir de la Celgán, eso nunca. Aunque esperamos no haber ido de guatemala a guatepeor".