Hasta qué punto la última barbarie yihadista impulsó el asalto que ayer sufrieron los kioskos que despacharon el número más reciente de "Charlie Hebdo". ¿Cuál ha sido la incidencia que han tenido los asesinatos de los hermanos Chérif y Said Kouachi en unas ventas que tuvieron un generoso componente de morbosidad? ¿Cuántos de los tres millones de clientes conocían la existencia de un semanario satírico que imprimía 60.000 ejemplares por tirada antes de la crisis desatada entre terroristas y viñetistas? No hay que ser Stephen Hawking para darse cuenta de que esta guerra entre mercenarios armados con kalashnikov y dibujantes que decidieron entrar en combate blandiendo unos creyones es la excusa ideal para apuntarse al Je suis Diógenes.

¿Por qué nos gusta tanto ese condenado? ¿Cómo carajo caemos en la misma trampa una y otra vez? Todos formamos parte del ejército de Diógenes. A todos nos seduce la idea de guardar esa portada de periódico en la que las torres gemelas se desmoronan como un castillo de naipes. Seguro que muchos de ustedes han intentando completar esa inútil colección de machangos cabezones que vienen equipados con los colores del Real Madrid, el Barça o el Atlético. Incluso, es probable que más de uno saliera por patas a una librería más cercana a comprar "La Fiesta del Chivo" en cuanto una alerta de su móvil confirmó el fallecimiento de Gabriel García Márquez. No lo pueden negar. Una gran mayoría de la especie humana se guía por modas e impulsos que marcan la actualidad.

Somos "animales" de costumbres y aunque caiga en el chiste fácil de Julio Iglesias: "Y lo sabes...". El día que Brad Pitt acuda al supermercado con unos calzoncillos de sombrero, tal que el famoso Manfred von Ritchthofen (Barón Rojo), más de uno se va a presentar en el Mercadona o Alteza de la esquina con unos gayumbos en la cabeza. Ahhh... Se me olvidaba. Para los que no se equivocan jamás y están muy pendientes del error ajeno para sacar pecho, "La Fiesta del Chivo" no es de Gabo, es de Vargas Llosa y, por ahora, el peruano está vivito y coleando. Eso sí, por favor, no esperen al día que Dios decida llevárselo para leer "Conversación en La Catedral". Eso sería repetir el error interesado de comprar el "Charlie Hebdo" el 14 de enero de 2015. Ya lo dijo el gran Mingote: "El humor se tiene o no se tiene y es la manera de ver las cosas con claridad". ¡No tensen más la cuerda con sus rotuladores, esos locos no comprenden su humor!

* Redactor de EL DÍA