Hoy vuelan a Croacia para participar en un festival en el que van a coincidir con intérpretes procedentes de Alemania, Francia, Japón, países que integraron Yugoslavia y de América Latina. Juan Francisco Díaz Martín, profesor del Conservatorio Superior de Música de Canarias de la sede de Santa Cruz de Tenerife, es uno de los propulsores de un proyecto que lleva varios años "alimentándose" de las ilusiones y conocimientos de unos alumnos que han completado su formación en este centro académico. "El único que siempre está soy yo, pero no en el escenario", relata el también componente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife sobre el grupo que en la actualidad está constituido por dos chicas y cinco chicos, o lo que es lo mismo, cuatro madrileños, un abulense, un chileno y un palmero.

Díaz Martín ha sido el responsable de moldear la estructura de un conjunto cuyos últimos latidos musicales fueron propiciados por Manuel Estop Remache, José Ignacio Jiménez, Marina Marín de las Heras, Andrea Domínguez de Dios, Carlo Guajardo Moya, Israel Jiménez López y Andrés Pérez Brito, el único referente canario del representante español que participará entre el 22 y 24 de enero en esta cita cultural. "Que nos inviten a un certamen de esta dimensión no es una casualidad -es un evento anual que cada dos años celebra una gran reunión internacional-, sino que es el fruto de un trabajo que se ha hecho bien y, sobre todo, que está siendo valorado", puntualiza Francisco Díaz respecto al camino recorrido por este grupo. "En Canarias existen propuestas interesantes que ya han tenido la oportunidad de exhibirse en el extranjero", avanza en relación al momento que vive esta especialidad musical: "El nivel que tiene la percusión en el Archipiélago está entre los mejores de toda España. No solo en su versión más clásica, sino en otras propuestas que tienen que ver con los ritmos latinos y géneros más modernos", explica el docente sobre unos músicos que dominan los vibráfonos, xilófonos, castañuelas, timbales, campanas, claves, marimbas, liras, el tam-tam o el cajón andaluz. "Todos saben tocar distintos instrumentos de percusión que alternan en función de la obra que se ejecuta", asegura Díaz Martín de la versatilidad de un colectivo que ayer interpretó en el salón de actos del Conservatorio Superior de Música de Canarias de esta capital el programa que se ha diseñado para acudir a esta cita croata: los jóvenes tocaron "Mudra" (Bob Becker); "Uneven Souls" (N.J. Zivkovic); "Kyoto" (John Psathas), "Wave" (Keiko Abe) y "La vida breve", el célebre título de Manuel de Falla cuyos arreglos ha desarrollado Juan Francisco Díaz Martín. "Siendo el participante español era inevitable que hubiera algo de bulerías... ¿Y qué mejor referente que Falla?", precisa Francisco Díaz de unos preparativos para los que contó con la colaboración de Carlos Llácer Canto.

Andrés Pérez Brito, nacido en la localidad palmera de Barlovento, es la única pieza canaria de un "puzle" sonoro que atrae a jóvenes no solo de otras comunidades españolas. "Que sigamos teniendo alumnos que no han nacido en las Islas significa que la formación que se está dando aquí es puntera", reivindica Díaz Martín sin esconder que "por el conservatorio también han pasado muchos canarios que son grandes percusionistas, pero es verdad que nos hemos situado como un referente para muchos alumnos", agradece.

La labor de "captación" realizada por Paco Díaz, unido a los medios que proporciona el centro que linda con la Compañía Cervecera de Canarias, fueron dos elementos decisivos para que Manuel, José Ignacio, Marina, Israel, Andrea, Carlo y Andrés decidieran cursar sus estudios en Tenerife. Nacho tenía la guitarra entre ceja y ceja antes de entrar en el mundo de la percusión. "Niño nervioso y con estas manos poco futuro tenía con la guitarra", recuerda un madrileño que está a punto de acabar sus estudios en Canarias. "Tener la oportunidad de compartir esas obras en un festival internacional y con los compañeros de carrera es una sensación gratificante", apostilla Jiménez antes de jugar a futurólogo. "La gran pregunta de un alumno de cuarto es: ¿Qué vas a hacer el año que viene? Supongo que toca seguir formándose para poder vivir muchas experiencias como esta".

Carlo Guajardo conoció a Paco Díaz en Chile en el año 2009 y no dudó en iniciar la aventura española. "Salí de mi país en busca de un buen proyecto y eso fue lo que encontré en el conservatorio... La posibilidad de estar en un lugar en el que el idioma no resultaba una dificultad añadida en el proceso de adaptación y tener a tu disposición a buenos profesores y medios fue determinante a la hora de venir", cuenta un joven que se instaló a diez mil kilómetros de su hogar. "Esta era una opción de la que solo escuché buenas referencias y lo cierto es que mis expectativas se han visto cubiertas con amplitud", matiza Guajardo Moya.

Israel destaca que una de las cuestiones que más valoró a la hora de optar por venirse a Tenerife tuvo que ver con "la calidad de los profesores y la disponibilidad para contar con una instrumentación que no es fácil de conseguir por razones económicas", dijo sin perder de vista el viaje a Croacia. "Cuanto más lejos te vayas, mejores serán las perspectivas para medir el nivel que tienes con respecto a otros músicos", cuenta mientras Manuel Estop, el único de los integrantes del grupo que ha finalizado sus estudios en Tenerife, valora su vuelta al Archipiélago. "Que se acuerden de mí cuando ya no estoy en la Isla -en la actualidad prepara oposiciones en Ávila- significa que las relaciones que se hacen durante la etapa de estudiante son sólidas", agradece al tiempo que resume sus impresiones como exalumno del conservatorio canario. "Esto no deja de ser una carrera en la que no se lucha tanto por ser el mejor, sino por conseguir una plaza en una orquesta", puntualizando que "la rivalidad y el compañerismo son dos elementos que generan puntos de encuentro y también algún que otro sano desencuentro conforme vas agotando etapas formativas".

Andrea Domínguez se vino con 17 años a Santa Cruz para conocer la metodología que se sigue en el conservatorio y se quedó. "No fue una decisión fácil de tomar, pero ha salido bien", afirma una madrileña que volvería a repetir estos pasos. "Esto compensa cada uno de los esfuerzos que se hacen durante toda la carrera". Del distrito madrileño de Carabanchel vino Marina Marín de las Heras, una joven que en su cuarto año en el conservatorio destaca "que ha sido un proceso duro y largo, pero hemos logrado dar con un grupo que se entiende bien en el escenario... Salir de casa es lo que permite medir la realidad en la que vives. Sobre todo, porque en mi casa yo siempre soy la reina", bromea.

El palmero Andrés Pérez Brito confiesa estar viviendo con emoción la aventura que está a punto de iniciarse en suelo croata. "Nervios hay, pero actuar delante de un público nuevo es una experiencia enriquecedora", concluye.

Andrés Pérez Brito

La Palma / Segundo año en el Conservatorio

Andrea Domínguez Madrid / tercer año en el Conservatorio

José Ignacio Jíménez

Madrid / Cuarto año en el Conservatorio