He llegado más bien tarde a las redes sociales. En Twitter llevo como año y medio, y estoy en alguna más. En Facebook aún no he entrado. Algún amigo me dice que ya estoy tardando otra vez. En realidad, si hoy no estás en alguna red o no estás conectado de alguna forma virtual, creo que se corre el riesgo de quedar al margen, como desvinculado de los demás. Y me refiero a estar conectados, no hiperconectados, que a mi modo de ver es cosa distinta.

Esto nos ha traído la revolución digital. Millones de seres humanos virtualmente vinculados de alguna forma o de muchas. Mensajes, correos que nos llegan de mil maneras distintas. Que vibran, que resuenan, que insisten. Que nos rescatan de la incomunicación, del silencio, de la lejanía. Que son calidez, alegría. Pero que también interrumpen, y a veces agobian. Lynda Gratton llama a esto último "el mundo fragmentado". Y pregunta si no tenemos la sensación de que vivimos en un mundo en el que ninguna actividad parece durar más de tres minutos. Constantemente conectados, enganchados a la red, siempre "on line" y, por tanto, siempre dispuestos a conectar con quien lo desee. "No es posible tener paz, ni tranquilidad, ni un minuto para reflexionar". Sí, yo también he tenido esa sensación. Esa no es buena consecuencia de andar hiperconectados.

Lynda Gratton es profesora en la London Business School. El Financial Times la describió como la gurú en materia empresarial que más impacto tendría en los años venideros. Escribió un libro titulado "Prepárate: el futuro del trabajo ya está aquí", producto de una labor de investigación, en el que analiza las fuerzas que conformarán nuestro futuro y habla, entre otras, de la tecnología. Gratton afirma que "existe un camino hacia el futuro que es potencialmente negativo, pero también existe una senda que puede ser positiva y estimulante". Esta es la segunda parte del libro y es la que quiero destacar aquí.

Con la fuerza de la tecnología, la participación social "crece exponencialmente" y "la gente elige implicarse en una participación tan simple como la descarga de imágenes de sus mascotas, o en participaciones más complejas como trabajar en colectivos virtuales para resolver problemas complicados con otras personas". Y viene a decir que este nivel de conectividad y el poder de agregación han llegado a crear "multitudes inteligentes", que posibilitan la innovación agrupando las mejores ideas del mundo. Estas son fenomenales consecuencias de estar conectados.

Y algo más, desde mi punto de vista, de mayor calado. Si el lado negativo de un mundo hiperconectado tiene que ver con la fragmentación, el lado positivo es que "a través del propio proceso de conectividad, empieza a emerger un marco de pensamiento global y gente que empieza a empatizar". Gratton se lanza a pronosticar que lo que podría ocurrir a lo largo de las próximas décadas es que "la naturaleza humana adopte una forma que la predisponga al afecto, el compañerismo, la sociabilidad y la empatía". Y me vienen a la cabeza, por ejemplo, plataformas antidesahucios o de afectados por las preferentes. Gente que conecta, que en la tecnología ha encontrado un vehículo para el compromiso, para la unión, para la movilización. Que se organiza para hacer frente a circunstancias dificilísimas, que se protege y se defiende mutuamente de la injusticia y del dolor.

Somos seres sociales. Y también seres que necesitamos nuestros ratos de íntima soledad. Y me parece que ahí vamos manejando nuestro desarrollo en esta nueva era digital. Conectados o hiperconectados. La clave, supongo, está en equilibrar. Aislados nada podemos. Y tampoco si no hay tiempo personal. Necesitamos el amor propio y el amor de los demás.

@rociocelisr cuentasconmipalabra.com