Cada 30 de enero, el Partido Nacionalista Canario (PNC) conmemora la fecha de su fundación en La Habana (1924), siguiendo los ideales del honorable padre de la patria canaria, Secundino Delgado. Y así, hace unos años, varios miembros de este casi centenario partido nos desplazamos a Arafo para visitar la casa en la que vivió una larga temporada con su familia nuestro prócer. Parecía que finalmente se iba a hacer justicia con la memoria de tan insigne luchador por las libertades del pueblo canario, ya que, promovidas por el consistorio arafero, se estaban realizando obras de restauración y acondicionamiento del que fuera su hogar, en una de las épocas más felices de su vida, para ser dedicada a un museo en su honor.

Al finalizar la visita, cuando descendíamos por la empinada calle del General Franco -hoy, afortunadamente, calle de La Libertad, su antiguo nombre-, alguien que nos acompañaba nos dijo que hiciéramos un alto, unas casas más abajo, porque allí vivía un familiar de Secundino y así podríamos aprovechar para conocerlo y saludarlo. Se trataba de Manuel Hugo Delgado Morales, su sobrino nieto, quien nos acogió, como buen arafero, con un vaso de excelente vino. Y en medio de la distendida conversación en la que nos manifestaba que se sentía orgulloso de su ilustre antepasado, al enterarse de mi nombre me dijo: "Tu hermano Juan es mi hermano de leche". Me quedé sorprendido hasta que me explicó que mi padre, por aquel entonces médico del pueblo, le estaba tratando, pues al poco de nacer enfermó gravemente y en aquella época de la posguerra (hace 69 años), escasa en medicamentos , se acudía más a la medicina natural. El caso fue que mi padre -al ver que el niño estaba muy mal, y encima su madre no podía amamantarlo porque carecía de la tan necesaria e inmunizadora leche materna- le dijo que no se preocupara, que su mujer (mi madre) estaba dando de mamar a su hijo y que le sobraba leche. Que le llevara al niño a su casa, que ella lo amamantaría. Y así fue por una temporada, hasta que el bebé afortunadamente se repuso.

Lo primero que hice al ver a mi madre (mi padre ya había muerto) fue comentarle tan emotiva y altruista anécdota. A continuación me dijo: "Paco, es que eran otros tiempos... Antes la vida era más sacrificada pero más natural, más tranquila y había más ternura y sentimiento... ¿Si no, por qué crees que le dieron el título de Hijo Adoptivo de Arafo a tu padre?". Y, para mi sorpresa, añadió: "El hermano de leche de aquel niño eras tú, no Juan". Efectivamente, eran tiempos en que el juramento hipocrático de los médicos se llevaba más a flor de piel... ¡Cuántas veces vi a mi padre llegar a casa agotado y pálido, tras donarle y transfundirle su propia sangre (era hematólogo transfusor) a un enfermo que lo necesitaba!

Desgraciadamente, Manuel Hugo Delgado falleció hace pocos días, a los 69 años, pero aquel bondadoso acto de mis progenitores me sirvió para reflexionar y darme cuenta de que en la vida lo más importante es la salud, y teniéndola, entonces debes buscar la mejor manera de ser feliz, lo cual comienza por hacer felices a los demás, empezando por nuestro entorno. No es tan fácil, pero se puede lograr con buena voluntad. Así nos iría mucho mejor. Se trata, en definitiva, de no complicarnos la existencia con el materialismo tecnocrático de este enrevesado mundo y de ser éticamente más humanos.

A veces es bueno armonizar razón y corazón. En la política también.