La vida puede cambiar de un segundo al siguiente. iteralmente. Eres un joven deportista, que toca la guitarra y el piano y disfruta saliendo con sus amigos, y un instante después te encuentras confinado a una silla de ruedas. Y aun así, la experiencia más terrible puede fortalecerte y hacerte más sensible a las cosas realmente importantes de la vida.

Esa es la historia de Javier Rosquete. Hace quince años sufrió un accidente al zambullirse en una playa del sur de Tenerife que le produjo una grave lesión medular. El pasado jueves compartió su vivencia con más de una veintena de padres del colegio público lagunero Montaña Pacho -donde estudia su hijo de tres años-, a los que no solo aconsejó sobre medidas de seguridad para evitar en lo posible verse en su situación: también les dio una auténtica lección de vida. "Cometemos el error de preocuparnos por todo cuando lo que hay que hacer es ocuparse de lo que tenemos ahora mismo", dijo, ante un auditorio que asentía en silencio.

Javier ha sido el último invitado de una iniciativa singular puesta en marcha por el jefe de estudios del centro, Miguel Mederos, una escuela en la que los padres y madres se forman sobre distintos asuntos, muchas veces relacionados con la propia educación de sus hijos, aunque también con otros, como la educación vial, una auténtica "especialidad" del colegio, pues es el eje de un proyecto que intenta -y consigue- corregir los problemas de comportamiento de los alumnos.

as "clases" tienen lugar todos los jueves y comienzan muy temprano, hacia las 8:30 horas, cuando los padres, muchos de ellos en paro, acaban de dejar a los niños en el centro. a mayoría de los asistentes son mujeres. Todos siguen con atención la charla, se muestran interesados, preguntan y exponen sus propias experiencias y opiniones.

Javier deja los detalles de su propia historia para el final de la sesión. Prefiere empezar por explicar sus intenciones: acercar la discapacidad a la población y ofrecer recomendaciones para reducir las posibilidades de sufrir un accidente como el que cambió su vida. os traumatismos craneoencefálicos afectan cada año a 10.000 personas; las lesiones medulares, a mil. Pero "todo esto se puede prevenir" mediante la información, lo único que el ponente quiere transmitir. "Esto no es un sermón. No vengo a prohibirles ni a exigirles nada", dice a sus espectadores. Si algo ocurre, añade, "que no sea por nuestra culpa".

uego viene una exposición de las consecuencias de este tipo de lesiones, que pueden provocar tetraplejia -como es el caso de Javier-, paraplejia y hemiplejia. a ausencia de movimiento y sensibilidad en las partes afectadas puede suponer que cualquier percance que sufra el cuerpo no sea percibida, acarrea complicaciones respiratorias y digestivas y, en el caso de la tetraplejia, obliga a "depender 24 horas de otra persona".

El segmento central de la charla se centra en los consejos: usar siempre el cinturón de seguridad en el coche, emplear sistemas de retención infantil, colocar el reposacabezas a la altura adecuada, evitar las distracciones -"que levante la mano el que no ha mandado un whatsapp desde el coche, aunque sea en un semáforo", pide, mientras sus oyentes sonríen o miran al suelo-, comprobar la profundidad del agua antes de lanzarse de cabeza...

¿Y si el accidente sucede y se tiene la suerte de sobrevivir? "Recuperar tu vida no es fácil. a sociedad no está preparada", advierte Javier, que reconoce que da charlas como esta para enseñar que una persona con discapacidad es como otra cualquiera.

Javier aún recuerda la primera vez que salió del hospital de Toledo donde se recuperaba. El aire le dio en la cara y le dijo a su madre: "quiero vivir". Y eso hace, con una filosofía muy clara, la de no gastar "ni un minuto" en las cosas que no puede controlar.