los líderes de Podemos les están pasando a base de bien por la trituradora en que se ha convertido la información de este país, un "tribunal de papel" donde todo el mundo es culpable hasta que demuestre su inocencia, a ser posible en un plató de televisión. Por mucho que haya quien vea en este hecho un poco de justicia poética -aquello de que quien a hierro mata, a hierro muere- se trata en realidad de un nuevo proceso de linchamiento.

Sobre la coleta de Pablo Iglesias han comenzado a llover los supuestos pecados de su compañera, la concejal de Izquierda Unida Tania Sánchez, que aprobó una subvención para una empresa cooperativa de su hermano entre otras supuestas trapisondas aventadas en el municipio de Rivas. Iñigo Errejón le han tirado a la cara un contrato con una universidad en la que se supone que debía trabajar, aunque lo hacía a una imprudente distancia. Y a Monedero le han puesto sobre la mesa una factura de algunos cientos de miles de euros por asesorar a varios gobiernos sudamericanos, además de un currículum profesional más falseado que la edad de Marujita.

No se trata de entrar al detalle de cada caso. Es el paisaje global lo que resulta descorazonador. Estamos confundiendo el culo con las témporas de una manera que empieza a ser irreparable. Dedicarse a la vida pública se empieza a convertir en una actividad de riesgo extremo donde toda privacidad resulta demolida.

Los delitos se denuncian en los juzgados. En los medios de comunicación se deben ventilar las discusiones de interés general. Pero de la misma forma que las revistas y programas del corazón están basando su éxito en la búsqueda perversa de cuernos, engaños, divorcios y mentiras, los medios convencionales están explotando el filón de la intimidad de los políticos buscando actividades supuestamente irregulares, enriquecimientos sospechosos, favores a familiares o suciedades varias. En ambos casos, la necesidad de vender cada vez más casos que sean cada vez más escandalosos para una audiencia cada vez más insensible hace que, en ocasiones, las evidencias se inflen como buñuelos de viento cuando no se trata directamente de viento. Es decir, de aire. De nada.

La virulencia de Podemos contra "la casta" ha provocado que se hayan ganado la antipatía de una gran parte de los poderes y de los medios de comunicación. Las descalificaciones globales son injustas e insostenibles, pero mucho más cuando quien critica tiene el techo hecho del mismo cristal que sus víctimas. Un partido político es un grupo humano donde es fácil encontrar todo tipo de gente. Como en cualquier otro colectivo. Gente valiosa, hipócrita, envidiosa, acomplejada o mala. Podemos, con el tiempo, será un partido o un movimiento -o una sinfonía, ya puestos a decir tonterías- donde se den todos estos arquetipos. Pero ajusticiarlos nada más poner un pie en el circo es de una crueldad extrema. Los están friendo a tal velocidad que llegarán a las generales con el mismo desgaste que si hubieran gobernado diez años. Y sin haber olido el poder. Este país es la leche.