Un yunque al lado del xilófono parecía al principio que no pegaba mucho entre los instrumentos desplegados en el escenario del Espacio Cultural CajaCanarias en Santa Cruz, pero fue muy práctico ayer en el estreno de la pieza "El niño que quería mover el horizonte", basada en un guion escrito, narrado y representado por la actriz orotavense Carmen Hernández.

Esta propuesta, en la que intervinieron ocho músicos de la Ensemble Villa de La Orotava, pretendía ahondar de una forma sencilla y pedagógica en el acontecer vital y artístico del escultor canario Martín Chirino, trabajo que consiguió conectar con los más de seiscientos escolares que asistieron al evento en los dos primeros turnos ofertados, a las 09:00 y a las 11:00 horas, y que se repetirán hoy y mañana a la misma hora.

El grupo de las 11:00 horas estuvo formado por alumnos de los colegios Santo Domingo y CEIP Alfonso Espínola de La Victoria, quienes muy ordenadamente fueron ocupando sus butacas minutos antes del inicio del espectáculo.

Tras una breve espera, aparecieron los músicos que se distribuyeron por el escenario y empezaron a afinar sus instrumentos. Poco después irrumpió silenciosamente Carmen Hernández, ataviada con un traje largo de una pieza de color rojo, quien comenzó su relato como tantos otros cuentos: "Había una vez un curioso niño con ganas de aprender a expresarse... Era el undécimo hijo de doce hermanos. Leía mucho...".

Estos fueron los primeros retazos del cuento que, durante cincuenta minutos, narró con maestría y oficio esta consagrada actriz, quien poco a poco se mostró más entusiasmada con los papeles que le tocaron representar: el de narradora, el del joven Martín, el del francés Pierre o el de una norteamericana. Todo un abanico de personajes que se inventó para llevar a buen puerto su objetivo: describir la vida de Chirino a través de una historia que recordó hasta cierto punto al clásico de Lewis Carroll, "Alicia en el País de las Maravillas".

Hernández echó mano de todos los recursos expresivos corporales y vocales que posee, además de salir del escenario, recorrer los pasillos entre las butacas, acercarse al público, mirarlo de frente y cantar. También estuvo auxiliada con la proyección de diapositivas en una pantalla que situaba la acción en diversos escenarios, el primero de los cuales fue la playa de Las Canteras. De allí introdujo a Martín, amante de la música y del arte, en un mundo fantástico.

Tras destacar algunos retazos biográficos del escultor, su aventura comenzó cayéndose en un agujero que le llevó a una bella Isla. Una dulce voz le tranquilizaba diciéndole que no debía tener miedo, aunque él quería volver a su casa, hasta que le señaló el suelo. Momento en el que algunos escolares se levantaron para ver qué había allí. Era una caja de música.

Acto seguido, un marinero (uno de los músicos) le indicó dónde había una barca con la que podía salir de la Isla, aunque como condición tenía que dejar una escultura en cada uno de los lugares que recalase. A partir de ahí, emprendió el viaje y el viento (muy bien recreado por la trompa) llevó a Martín a diversos lugares, como la costa de África, Francia, Segovia, Nueva York y El Hierro, para volver a Las Canteras. Un final feliz.

El octeto formado por Juan Félix Álvarez (clarinete), Begoña Fuentes (oboe), Eugenio Pérez (trompa), Eva González (flauta), José Manuel vinagre (contrabajo) y los percusionistas Carlos Castañeda y Sixte Escriuela, que también hicieron de actores en algunas escenas, interpretó con maestría las partituras compuestas para el montaje por Timothy Porwit. La música fue muy descriptiva y refutaba con acertadas melodías los diferentes episodios que describió la narradora.

La obra gustó al público, que aplaudió con ganas al final de la misma. Amanda, de 11 años, del colegio Santo Domingo de La Victoria de Acentejo, destacó que "ha sido muy divertido. Me ha gustado mucho, la música también. He aprendido que a Chirino le gusta mucho trabajar con hierro y hacer esculturas de círculos".

Su compañera Alejandra, de 12 años, indicó que "me ha parecido muy entretenido e interesante. Conocía algunas esculturas de Chirino en Las Palmas y una en la plaza del Cabildo de Santa Cruz. He aprendido que los gustos son buenos y que lo que quieres lo puedes hacer, sea lo que sea, cuando lo descubres".

Julia, de 11 años, confesó que "ha sido muy bonito porque he aprendido algo sobre Chirino. Soy italiana y me ha parecido genial ver algo sobre las Islas. Es muy interesante el significado porque me ha parecido que nada es imposible. Es una historia muy entretenida. Me ha gustado la música, que me relajaba, y la chica que narraba, con un montón de expresiones". Para Alba, 11 años, "Me ha parecido muy interesante".