No resulta suficiente con que una persona en silla de ruedas pueda acceder a un museo gracias a una rampa; también debería disponer de aseos adaptados. O que alguien ciego, que se desplaza con bastón, se mueva sin problemas por una pinacoteca o una sala de exposición, cuando paralelamente no cuenta con elementos de apoyo para entender e interpretar la colección artística.

Y reconociendo el logro del grupo de gobierno del Ayuntamiento de Santa Cruz al cumplir con una reivindicación histórica de los colectivos de personas discapacitadas del municipio: dotar de ascensor al Museo Municipal de Bellas Artes, no es menos cierto que el ideal universal del museo solo se verá realmente cubierto cuando estos grupos de ciudadanos sean acogidos sin barreras, físicas o de otro tipo, y puedan disfrutar en igualdad de condiciones del legado cultural del edificio.

Hasta tanto no se alcancen los requisitos de accesibilidad universal en la gestión de los planes museológicos, la integración continuará esperando a las puertas.

El proyecto del ascensor, que se encuentra en fase de obra, se tramitó a través de las áreas de Proyectos Urbanos y Gerencia de Urbanismo, adjudicándose por un importe total de 88.237 euros, frente a los aproximadamente 70.000 de la plataforma, y con un plazo de ejecución de cuatro meses.

Tras la recuperación de los espacios que ocupaba el Gobierno de Canarias en las primeras plantas del edificio, la ampliación de la superficie a finales de 2014 abrió la posibilidad de dotar de un discurso expositivo sólido al nuevo proyecto que resultara de esta expansión y, además, "potenciar el acceso de toda la ciudadanía a los contenidos del recinto", se afirmaba desde instancias municipales.

El arquitecto municipal Germán Delgado señala que "nos planteamos sustituir la propuesta de la plataforma elevadora por un ascensor". Las razones resultan obvias. En primer lugar, "por la mayor capacidad de carga", en concreto 677 kilos del ascensor frente a los 450 de la plataforma, además "del transporte de personas", nueve frente a seis, y también por sus dimensiones.

El proyecto anterior consistía en la instalación de una plataforma elevadora, de carácter provisional, en el hueco de la escalera. "Esta solución resultó inviable por su escasa funcionalidad", a lo que se sumó el hándicap de que bajo la zona existe una estación transformadora de energía eléctrica, cuyo traslado supone un enorme gasto.

Pero el mayor logro lo supone la velocidad, "por cuanto de los 0,15 metros por segundo que desarrollaba la plataforma, el ascensor alcanza un metro por segundo", detalla el arquitecto, un tiempo adecuado.

Eso sí, se echan en falta baños adaptados; locuciones e imágenes para personas con discapacidad sensorial a través de subtitulado, sistemas de audiodescripción y vídeos en lengua de signos...

Y una redefinición del concepto, porque el Museo Municipal sigue estando ciego y sordo.

La ordenanza

El ayuntamiento iniciaba el pasado mes de octubre el expediente destinado a elaborar la ordenanza de accesibilidad.

Sobre el papel, la nueva normativa regulará y favorecerá los derechos de las personas con discapacidad mediante la supresión de barreras físicas y de la comunicación.

Contra las barreras

Con Ángela Mena (CC) gestionando el Área de Cultura se presentó el proyecto arquitectónico de un ascensor para el Museo Municipal, realizado por la arquitecta externa a la corporación María Nieves Febles. La iniciativa se entregó al área de proyectos, pero no superó "la última barrera" y quedó fuera de las obras que integraban el listado del Plan 2010.

Promesas incumplidas

En julio de 2010, la entonces concejal de Cultura y Patrimonio Histórico, Maribel Oñate (PP), anunció la instalación de un ascensor hidráulico en el Museo Municipal de Bellas Artes para octubre de ese mismo año, con una inversión prevista de 60.000 euros. En abril de 2011, todavía no había fecha para su construcción y puesta en funcionamiento.