Resumiendo: el Tenerife pudo irse al descanso con una derrota irreversible, pero luego logró igualar el partido en la segunda y terminó mereciendo al menos empatar. Hizo un ejercicio de desgaste físico encomiable, impulsado por una gran actitud, fue más vertical y cargó el campo de jugadores ofensivos, pero ni así creó una sola ocasión clara de gol. O sea, perdió, pero de otra manera... No es una ironía. Del progreso que experimentó el equipo dentro del mismo partido, comparando la primera con la segunda parte, nacen razones para pensar que, en cuanto llegue un buen resultado, este Tenerife va a salir de abajo. Porque, en realidad, fueron dos partes diferentes. En la primera, el equipo fue más teórico que práctico, quiso plasmar la idea de conectar rápido desde los volantes hacia los dos puntas y no solo se precipitó en la ejecución de su idea de atacar, sino que perdió balones en el pase con los que el Girona armó media docena de contras peligrosísimas con las que pudo liquidar el partido. El equipo de Machín defiende con cinco jugadores al fondo y tres por delante (5-3-2), de manera que le favorece que los rivales jueguen más por dentro que a la espalda de sus laterales de largo recorrido. El Tenerife cayó en la emboscada, recogióhacia dentro a Cristo y a Suso para enganchar, no atacó por fuera y se enredó en la presión visitante. Tras cada pérdida de balón quedó en evidencia su débil balance defensivo. Eso le pudo costar caro, porque la velocidad de Felipe Sanchón enganchando y los movimientos de Sandaza por delante le permitieron a lo catalanes plantarse con ventaja en el área una y otra vez: en el 5'' Vitolo salvó el remate de Cifu con Dani batido; en el 7'' fue Albizua el que cortó milagrosamente el último pase; en el 29'' Dani le hizo una gran parada a Sandaza; en el 32'' la tuvo Sanchón; en el 44'' la acción salvadora fue de Carlos Ruiz y en el 45'' otra vez el portero le paró un tiro cruzado a Sandaza. En el intercambio de ataques en este partido abierto, disputado cara a cara, el Tenerife conectó bien con Aridane, que jugó en la misma línea que Ifrán, pero no supo acabar las acciones desde el borde del área en adelante. Salvo en dos acciones al principio, la delantera local nunca tuvo ventajas ante Becerra. En el segundo tiempo el partido se igualó, tanto que el Girona tuvo que replegar intensivamente sus líneas y jugar con el tiempo para sobrevivir con el 0-1 ante un Tenerife que dio un paso adelante, fue regulando más y más su presión y corrigió con ello el problema que lo había desajustado en la mitad anterior. Es verdad que el primer cambio de Agné pareció insustancial para el juego, porque en el descanso metió a Juan Carlos por Cristo, pero los siguientes pasos que fue dando ayudaron al equipo a inclinar el partido hacia el área visitante y, de camino, a evitar las contras del rival, que ya no volvió a salir con ventaja hasta el tiempo de descuento. Con el partido jugado en campo ajeno y en pocos metros, más de posición, Agné retocó el dibujo, puso a Víctor García en la izquierda, para ensanchar el campo, y pasó a Juan Carlos a la media punta, prescindiendo de Aridane (4-2-3-1). La baza para empujar al Girona hacia su área estaba en el escalonamiento de los medio centros. Aitor, más avanzado, se hizo grande entre líneas, paró al rival en su campo y permitió a los defensas subir más y apretar hasta generar un clima de mucho apoyo desde la grada en el Heliodoro, que empezó a creer en que el empate llegaría. El Tenerife forzó córners y alguna falta de las que Ifrán no suele lanzar tan mal como lo hizo ayer, puso a prueba a los centrales visitantes y encerró al equipo de Machín, pero no tuvo claridad en el último tramo del campo. El tercer cambio, sin embargo, supuso un paso atrás casi definitivo. Agné quiso cargar el ataque posicional de jugadores con capacidad para desequilibrar entre líneas y en el riesgo desconectó al equipo, porque quitó a Aitor Sanz, dejó a Vitolo solo sujetando al bloque, colocó un poco por delante a Juan Carlos y situó a Cristo González en la media punta. Mucho talento, pero poca presión. El Girona, que fue remozando su ataque para darle frescura, respiró. No obstante, al partido le quedaba por escribir un epílogo agitado, en el que el árbitro perdió los papeles y en el que Dani se coronó como el mejor hombre sobre el campo cuando salvó, otra vez, el 0-2. El Tenerife queda tocado, pero sigue vivo.