La frase volverá a oírse estos días en los puntos neurálgicos de la ciudad, sobre todo en el cuadrilátero principal, cuando alguien se ponga más agresivo de lo normal: "Déjalo para mañana, hoy es Carnaval". Resume muy bien el espíritu de la fiesta de la máscara en Santa Cruz, algo único cuando llega febrero. Y no es un tópico, aunque lo parezca.

Lo demostró la Cabalgata anunciadora de ayer, para la que podría valer otra frase: "¿Orden? ¿Quién dijo orden? Es Carnaval".

El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife tomó la calle. Y tampoco es un tópico, al igual que mencionar a los miles de personas que participaron activamente en el "catálogo de esta fiesta popular". Componentes de todas las murgas infantiles y adultas, comparsas y agrupaciones musicales, coreográficas y de mayores. Se echó en falta a las rondallas, que no estuvieron por decisión propia, debido a que celebran su certamen hoy mismo en el Auditorio de Tenerife.

No hay que olvidar a otros actores fundamentales: los espontáneos. Tampoco faltaron a la cita anual. Con múltiples disfraces -algunos rozando el límite para llegar a la categoría de tales- y de todas las edades, pero sobre todo jóvenes, en grupos o por su cuenta, que se echan a caminar con la cabalgata. Indisciplinados y anárquicos, sí, como corresponde a su edad, pero la cantera de una fiesta que promete no morir si ellos recogen como parece el testigo. Y tampoco es un tópico.

Queda la otra aportación de "humanidad" clave en el desfile, en este caso pasiva. También fueron miles, en este caso apostados por todo el recorrido. Así que no faltaron las sillas plegables, el abrigo porque la noche era fría y el tentempié para pasar varias horas. Ah, y alguna que otra discusión porque unos querían pasar y encontraron la respuesta de quien parece pensar que el espacio público es suyo al menos durante un rato: "Estamos aquí desde temprano. Haber venido antes". Y tampoco es un tópico.

Por si fuera poco, en este "deja vu" de regreso al futuro (lema de este año), la ruta recuperó su itinerario tradicional con punto de partida desde la plaza de la República Dominicana para recorrer Asuncionistas, Ramón y Cajal, Galcerán, plaza Weyler, Méndez Núñez, El Pilar y Villalba Hervás, hasta finalizar en La Marina.

La calle Ramón y Cajal quedó "huérfana" el año pasado de la Cabalgata (a El Toscal le pasa hace muchos años) y fue sustituida como marco por la avenida de San Sebastián debido a las medidas de las carrozas. Ayer, el escenario recuperado se engalanó con luces especiales para el reencuentro.

La flamante Reina del Carnaval, Adtemexi Cruz, y su corte de honor, además de la soberana infantil, Idaira Afonso, y la de los mayores, Rosenda Campos, ocuparon lugar destacado entre esas carrozas. El jurado deliberaba mientras pasaban para determinar los premios que obtendrían, al igual que los coches engalanados en el concurso. Este año eran siete vehículos en cada modalidad.

No faltó tampoco el espacio reservado los últimos años por Fiestas para espectadores con movilidad reducida en la confluencia de las calles Méndez Núñez y Robayna.

La Cabalgata se hizo algo larga, es cierto, y tampoco es nuevo. También quedó "vacía" en ocasiones, o sea, con huecos sin llenar entre el paso de unos grupos y otros. Sí, desordenada, como siempre. Tres adjetivos: larga, "vacía" y desordenada. ¿Y qué? A este pueblo, carnavalero como pocos, le gusta así. Mientras, los visitantes se afanaban en grabar todo lo que veían sus asombrados ojos. Es un regreso al pasado, que se disfruta cada año aunque este el Carnaval sea del futuro.

No se preocupen demasiado. Lo mejor empezó nada más acabar la Cabalgata. Y todavía quedan muchos días para disfrutar.