La falta de rentabilidad del dinero en los bancos -y el recelo a darles todos los ahorros- explica, según los expertos, el repunte de las compraventas de inmuebles que se registra en la actualidad, pero el ladrillo está lejos de ser la única alternativa que surge en una recuperación que muchos no acaban de ver. En Canarias, algunos con experiencia de empresa, algo de fe en que las cosas irán a mejor y cierto capital prefieren buscar beneficios en las inversiones vinculadas a la emprendeduría y, en concreto, a proyectos innovadores, muchas veces -pero no siempre- de base tecnológica. De hecho, buscan oportunidades.

Para ayudarles a encontrarlas, el Cabildo de Tenerife -a través del programa TF Invierte que dirige el Parque Científico y Tecnológico de Tenerife (PCTT)- brinda formación específica. La idea es convertir los potenciales inversores en verdaderos "business angels", el tipo de inversor que presta dinero para el arranque de las denominadas "start-up", empresas que apenas están en una fase inicial y que se apoyan en tecnologías. Además, también ayuda a preparar el proyecto de forma que el emprendedor pueda solicitar fondos ante potenciales inversores desconocidos en una ronda de financiación.

La responsable de TF Invierte, Coqui García, lamenta que este tipo de iniciativas "debió comenzarse a hacer hace años" en Canarias, donde aún "estamos en pañales". En la última edición participaron personas de varias Islas atraídas por la posibilidad de hallar proyectos de base tecnológica en áreas como informática, biotecnología, biomedicina o psicología, entre otras. Más que tecnológica, aclara, la "start-up" se caracteriza por ser "innovadora" e intensiva en conocimientos, "mejor si es el resultado de una investigación y se puede proteger con una patente, o que suponga una mejora de procesos o productos".

¿Y por qué alguien va a querer poner su dinero en una empresa que apenas nace? Silvia Silva, portavoz de un grupo de "business angels" lo dice con claridad: la rentabilidad que se puede esperar a cinco años -si todo sale bien- es de 10 a 20 veces lo aportado.

Silva se apuntó al curso de "business angels" interesada en encontrar proyectos en esa fase temprana en la que puede resultar muy rentable invertir, pero que no puede optar a la financiación tradicional porque no tiene aún resultados con los que avalar el éxito de la operación ante la banca o grandes inversionistas.

Los bancos -y otros inversores grandes- comenzarán a interesarse cuando tenga el producto o servicio desarrollado. Es la fase de la "capital venture", momento en el que ya hay parámetros para evaluar el resultado del proyecto.

Pero desde que comienza y llega a ser una "start-up" hasta que alcanza el estado de "capital ventura" el valor del proyecto tiene "muchísimo" crecimiento. Es una etapa muy riesgosa porque se apuesta con muy poca información, lo que implica un riesgo alto de que las expectativas de rentabilidad nunca se concreten.

La mayoría de quienes se interesan por este tipo de iniciativas tienen mucha experiencia empresarial y algo de capital que están dispuestos a arriesgar. "Nos gusta invertir, hemos desarrollado empresas antes y vemos que las tecnologías van a más", asegura.

Está convencida de que no se trata de una moda o una alternativa refugio ante la falta de rentabilidad de los bancos. Cree que es una forma de asegurar el crecimiento de su dinero y, al mismo tiempo, apoyar una salida tecnológica en Canarias que puede crear empleos y riqueza. Silva cree que ahora "es el momento" para apostar por este tipo de cosas. "Si multiplico mi inversión por 10, estaré encanta de hacerlo de nuevo en cinco años", asevera.

La quinta edición de TF Invierte, la más exitosa gracias a la formación

TF Invierte ya lleva cinco ediciones, pero la mejor fue, sin duda, la última. García explica que fue la primera vez que los mejores proyectos consiguieron capital, algo que atribuye a la formación brindada a través de la "Business Angels Academy".

Lo habitual hasta entonces era preparar los proyectos y poner a los emprendedores en contacto con los potenciales inversionistas, pero no se concretaba la inversión.

Ante estos resultados, en 2014 se puso en marcha por primera vez el foro. "Notamos que las operaciones no acababan de salir porque los que tienen más experiencia perciben demasiado riesgo, así que nos centramos a un perfil mas joven que tuviera algo de patrimonio y les dimos una metodología para que decidieran por su propia cuenta si un proyecto es rentable o no", explica.

En la última sesión, evaluaron los proyectos y aplicaron la metodología aprendida. También ayudó que lo hicieron de forma colectiva, algo que da "más seguridad" cuando se trata de inversores noveles.

"La clave este año fue la formación a los inversores", asegura García. "No delegan la decisión en intermediarios: deben tomarla ellos mismos, son business angels".

El área de la que provenga su experiencia empresarial es indiferente, "pero sí debe tenerla", señala.

Al valorar un proyecto, lo que debe gustarle no es la actividad de la empresa, sino el modelo de negocio, por lo que en el fondo, no necesita saber de tecnología, sino de negocios.

El objetivo último de la "Business Angels Academy" es conseguir capital riesgo para ayudar a despegar las "start-up" que logren los mejores resultados en el proceso. Por eso, quienes participan en el programa deben contar con experiencia empresarial y deben estar dispuestos a arriesgar entre 5.000 y 10.000 euros de media.