Deepak Daswani, más conocido como "Dipu" entre amigos y expertos informáticos, es un tinerfeño que trabaja en el organismo del Gobierno del Estado encargado de luchar contra la ciberdelincuencia en Internet. Forma parte de un selecto grupo de 90 personas que conforma el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe).

Deepak es uno de los organizadores del congreso que sobre la materia se desarrolló hasta ayer en Santa Cruz de Tenerife y que se denominó Hackron 2015.

Es uno de esos talentos que ha tenido que salir del Archipiélago para desarrollar sus conocimientos. Desde octubre de 2013 reside en León, donde está el mencionado organismo.

No llegó allí por casualidad. Fue uno de los 600 aspirantes que se inscribieron para formar parte de la entidad. Tras las pruebas realizadas por más de 100 personas, solo 60 pudieron llegar a la entrevista y, de esas, únicamente 19 fueron seleccionadas para el Incibe.

Daswani explica que, con la entrada en acción de los ciberdelincuentes, "nunca se puede hablar de sistemas que sean seguros al cien por cien".

Comenta que, ante la posibilidad de ser víctimas de sus acciones, únicamente cabe "estar preparados; asumir que podemos ser atacados y prever los mecanismos adecuados para que el impacto no sea muy alto".

Este "hacker" (uno de los buenos) estima que "hay que aprender a medir el riesgo que una posible invasión puede generar, y, en función del mismo, hay que aplicar los sistemas apropiados".

El instituto en el que trabaja pertenece a la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (Setsi), del Ministerio de Industria. El Incibe es un recurso de respuestas a incidentes que sufren ciudadanos, empresas, operadores del sector estratégico (infraestructuras que suponen riesgos para la seguridad) y redes académicas.

Daswani reparte su tiempo entre el área de investigación y la divulgación de la labor del Instituto en medios de comunicación.

El año pasado se realizó un evento en Madrid para captar talentos en ciberseguridad y formar a niños, padres y abuelos en las medidas que deben adoptar ante los delincuentes que les "acechan".

Para Daswani, "la industria necesita de profesionales altamente cualificados" que sepan hacer frente a los ciberdelitos. Pero reconoce que todavía no se ha creado esa conciencia de la necesidad de invertir para frenar o paliar los "ciberataques".

Pero está convencido de que en unos años cambiará la visión de los propietarios de grandes, pequeñas y medianas empresas, así como de los responsables de organismos públicos.

Al trabajar en la Península, percibe que los informáticos y expertos en seguridad que hay en Canarias no tienen nada que envidiar a los de otras partes del país. Y añade que a ello ha contribuido una Universidad de La Laguna, "que es un orgullo para mí".

Opina que los grandes escándalos de sustracción de datos deben contribuir a que la sociedad tome conciencia de que "el peligro es real y recurrente; hay muchos ataques y a todas horas".

Desde su perspectiva hay dos tipos de empresas: las que saben que las han atacado y las que no. En esa línea, apunta que existen sociedades que sufren robos silenciosos de datos durante semanas, meses o años.

Respecto a si realmente el ataque a la multinacional Sony ha sido efectuado por ciberdelincuentes al servicio de Corea del Norte, manifiesta que, en estos casos, "es muy difícil atribuir la autoría real de un ataque, ya que se utilizan mecanismos que dejan pistas falsas o simulan que se ha desarrollado desde diferentes partes del mundo".

Acerca de la idea preconcebida sobre un ciberdelincuente excéntrico que opera en solitario simplemente por destruir un sistema, reconoce que "hay mucha gente que comete estos delitos por reivindicar o satisfacer su ego; pero las motivaciones pueden ser diferentes".

"Dipu" resalta que "los ataques más temibles se producen por aquellas organizaciones con estructuras fuertemente desarrolladas para robar mucha información y obtener un lucro económico".

Y este tipo de acciones delictivas afectan tanto a ciudadanos particulares como a gobiernos, así como a empresas donde la investigación y desarrollo resulta fundamental, tanto automovilísticas como químicas o farmacéuticas, por ejemplo.

En los equipos de ciudadanos anónimos también es muy frecuente el secuestro de archivos y, para liberarlos, solicitar una cantidad de dinero.

Deepak "Dipu" Daswani

Investigador y divulgador del INCIBE