or San Valentín me han regalado un libro. Se denomina "Los hombres y la cocina". Lo abro y son recetas. Trago en seco. Le doy la vuelta y en la contraportada pregunta el autor "¿quién dice que la cocina es cosa de mujeres? ¿O que solo es para blandengues?". Lo agarro con cuidado, que vaya usted a saber. En la página ocho me intenta convencer. Se afirma que yo y los fogones formamos "una seductora combinación". No acaba ahí: "cuando un hombre cocina, su pareja lo interpreta como una cualidad sensual". La cosa se pone "Grey".

Al día siguiente, ayer, me levanto pronto. Estaba solo. 350 gramos de arroz, 500 de filetes de pavo, 250 de champiñones.... allí estaba yo metido en la cocina dispuesto a preparar mi primer strogonoff de pavo. Instrucción una: "cueza el arroz. Lave el pavo, séquelo y córtelo en tiras de 1 centímetro de ancho. ele la cebolla y córtela en dados". Me senté. Inflé los cachetes de aire que luego dejé salir lentamente por la boca, pasé mi mano por la frente y abrí bien los ojos. Lo de cocer, más o menos sí. Lavar, vale. ero, "¿tiene que ser un centímetro justo?, pensé.

Llamé a mi madre. Es mi comodín. No me atreví a decirle lo que estaba haciendo. Le entré de otra manera. De rodeo. "Vamos a ver má, si tú vas a hacer por ejemplo, qué decirte yo, un strogonoff, ¿lo de los cortes tienen que ser exactos?". Su respuesta: "baja a casa y comes aquí". ero yo soy un cabezota. La receta dice que en 30 minutos aquello estaba ya acabado, pero yo llevaba una hora y aún estaba condimentando el "preparado". Hasta que me puse con el arroz blanco. Qué agobio. Una cocina, una placa, dos calderos y yo. La cosa acabó en que el fuego se "comió" el agua, ¡mira que se consume rápido!, y, lo reconozco, el arroz se pegó. ero pegarse que tiré el caldero. Era pequeño. Lo "otro", por llamarlo suave, también acabó en la basura.

Fue mi primer intento en la cocina. rometo volver desde que me recupere del trauma. ero, ¡ojo!, yo quería unos tenis. O bombones. ¿ara qué coño me traen un libro de cocina? El Chicote o el chef Ramsay están haciendo un daño terrible a la sociedad. Hice las camas, barrí, eso lo hago de lujo, y mi pareja llegó una hora después. Fuimos a comprar pollo asado y una lasaña. Eso une. Vas en compañía y no estás solo en la cocina. ¿Qué otro consuelo me queda?

* Redactor de EL DÍA