El más poderoso acelerador de partículas en la Tierra ha estado dormido durante los últimos dos años. Pronto, el próximo mes de marzo, volverá a despertar para su segunda etapa de actividad. Desde el cierre a principios de 2013, el LHC y sus detectores han sido sometidos a una multitud de mejoras y reparaciones. Cuando el acelerador de partículas se reinicie, colisionará protones a una energía sin precedentes: 13.000.000.000.000 electronvoltios.

Los expertos aseguran que con las nuevas características del detector se podrían encontrar partículas aún más interesantes que el Bosón de Higgs, hallado 2012. Concretamente, el CERN ha apuntado que esta energías darán a los científicos de los experimentos ATLAS, CMS, ALICE y LHCb el acceso a un reino de la física que antes era inaccesible.

Y una de las partículas que más esperan los investigadores del centro suizo es la llamada supersimétrica. Y el primer candidato es el gluino. Su detección podría dar nuevas pistas sobre la materia oscura. "Podría ocurrir este año. En el verano será difícil, pero quizá a fines del verano si tenemos mucha suerte", ha explicado Beate Heinemann, portavoz del experimento Atlas, a la revista ''Symmetry''.

La partícula supersimétrica --más conocida como ''susy''-- es una adición al modelo estándar que completa algunos espacios vacíos y ofrece una base para unificar las fuerzas de la naturaleza. Según los expertos, teoría postula que a cada clase de partícula conocida le corresponde una supercompañera, hasta ahora no detectada. Así la partícula que lleva la luz -el fotón- tendría una compañera llamada fotino o el quark, los bloques que forman los protones y neutrones de un átomo, tendría una pareja llamada squark.

El problema es que cuando el LHC comenzó a colisionar materia, cuando tenía la mitad de potencia de la que tendrá a partir de marzo, no se encontró ninguna señal de estas superpartículas. Esto generó consternación entre los científicos que creían en su existencia desde hace décadas, según ha explicado el investigador.