Ni una reina ni un príncipe. Nada me-nos que dos príncipes del Carnaval, Manolo y el doble de Fermín, abrieron portando su corona de flores el tradicional Entierro de la Sardina de ayer, que concluyó pasada la medianoche después de cruzar el corazón de la capital tinerfeña, en uno de los recorridos más multitudinarios que se recuerdan.

35 años han pasado desde la primera vez que un grupo de personas se echaron a la calle y desafiaron a la autoridad. Por aquella época, hasta el entonces gobernador civil, Luis Mardones Sevilla, pareció haber actuado de acuerdo con la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá, institución que decidió retomar la sardina con la complicidad de la Comisión Mixta del Carnaval que encarnaba Juan Viñas Alonso, el eterno gerente desde comienzos de los años setenta hasta ya entrado el 2000. Ocurrió aquel 1979 en el que, en la quema de la sardina en la plaza de España, se fue la luz justo en ese momento. Lo que parecía un efecto "especial" de la organización no era sino una protesta del personal de la iluminación que se manifestaba...

Anécdotas aparte, Santa Cruz revivió un día de tradición. Aunque la Sardina vino del ayer al futuro sin platillo volante y con ojos de marciana, sus protagonistas hicieron presente la complicidad con el público y las bromas, con artilugios variopintos en las manos y las ocurrencias irreverentes porque ahí hay más carcajadas que en algunas canciones murgueras. Y hasta se escapó algún "¿me conoces mascarita?"... en un guiño a la tradición. Se quemó la sardina, pero siempre queda Carnaval.