Las leyes de la relatividad política tienen varios postulados. Pero todos se pueden resumir en el más importante: cualquier cosa que se puede explicar se puede hacer, incluso las que sean inexplicables. El presidente del Cabildo de El Hierro, Alpidio Armas, dijo el otro día, muy gráficamente, que el PSOE canario se estaba disparando en el pie con la decisión que había tomado contra la candidatura de Casimiro Curbelo. Y es cierto que se ha disparado en alguna extremidad. Lo que se ha vendido como una decisión de regeneración política es más falso que una moneda de tres caras o que una promesa electoral, por poner dos ejemplos inverosímiles. A Curbelo le han hecho la cama quienes quieren jubilarle del poder en el socialismo gomero para sucederle. Es un quítate tú para ponerme yo hecho por la dirección federal con muy escaso estilo.

Ni siquiera en la aplicación de los postulados más laxos del relativismo político se puede entender que el PSOE esté actuando por razones puramente éticas. A Tomás Gómez en Madrid se lo han ventilado porque estaba claro que iba a perder. Y a Casimiro Curbelo porque estaba igual de claro que iba a ganar. Y lo tendrían que aguantar otros cuatro años. Porque con procesos judiciales abiertos tiene el PSOE de Canarias a muchos candidatos. Tal vez tengan suerte y les apliquen la "doctrina andaluza", que hace muy poco probable que a Griñán o a Chávez les pidan hoy en el partido que renuncien a sus cargos públicos, pese a estar ya imputados por el Supremo. Es el relativismo del universo político, donde dos cosas iguales pueden ser distintas. Los mismos que alegan que Curbelo lleva demasiados años repitiendo en el cargo agachan la cabeza y bajan el rabo en cuanto se les nombra al alcalde de Adeje, Rodríguez Fraga, que lleva en la alcaldía, democráticamente elegido, desde que Franco era corneta.

A Curbelo ya se le intentó ajusticiar sumariamente tras el penoso incidente en una comisaría de Madrid. Poco ha importado después que hubiese contado la verdad. Los mismos que se apresuraron a defender con todo entusiasmo la presunción de inocencia de un exministro socialista acusado, falsamente, de violencia doméstica, consideraron de inmediato culpable a Curbelo. Y es que hay clases y clases en un partido interclasista.

Era ya un asunto sabido que a Curbelo le querían retirar algunos compañeros de isla y de partido. Y lo han logrado. El tiro puede salir por la culata de Patricia Hernández. A la candidata socialista a la presidencia del Gobierno canario le costó ganar unas primarias convocadas el día del diluvio universal y con extrañas anulaciones del censo electoral. Pero por lo visto sus males con el aparato del partido no han terminado. La cara de Casimiro es bien conocida, sobre todo por miles de gomeros que le votan. La cruz la va a conocer ahora la candidata socialista, a la que ya sólo le falta que Madrid le incendie también la isla de La Palma con la tardía estética de la ética selectiva.

A ese sí, a aquellos no.