El párroco de Miramar, el padre Roque, es un cura distinto, que no deja indiferente a nadie. Lo conocí en el sepelio de una pareja de jóvenes que desgraciadamente murió quemada por la noche en su chabola. Después de la misa, me echó una bronca, sin conocerme de nada, personalizando en mí su opinión negativa de los políticos, por permitir que casos como este ocurran. Le dije que lo entendía (una mentira piadosa), pero que se diera cuenta de que era el único político que había asistido al entierro, porque además de darles el pésame a la familia y a los amigos de las víctimas, ya que conocía a algunos de ellos, quería denunciar con mi presencia las condiciones inhumanas en las que viven muchas personas en Santa Cruz de Tenerife, sin que nadie haga nada. Me despidió malamente.

Ese fue mi primer encuentro (choque) con el cura Roque. Hace un mes leí en un periódico la noticia de que un cura convocaría a los políticos a su parroquia, para que los feligreses los conocieran personalmente y pudieran preguntarles directamente sobre sus programas electorales, para votarles o no, decía el provocativo anuncio.

Fui el primero en llamar. Era Roque. Le felicité por la extravagante iniciativa de llevar a los políticos a la iglesia y me contó las condiciones: primero, una exposición breve de mi programa y después los vecinos podrían preguntarme lo que quisieran.

El martes fue el gran día. Llegué a la hora prevista, las siete y media, a la parroquia de Miramar, acompañado de mi mujer, Ana; el arquitecto Chus del Real, responsable del proyecto de la playa urbana que el CCN propone construir en el centro de Santa Cruz; el secretario del CCN de Santa Cruz, Yeray Lorenzo, y los compañeros Lorena de Cobos, Nico Monzón y Manuel Yanes. El cura Roque me esperaba en la puerta. Pronto respiré tranquilo al comprobar que esta vez venía en son de paz. Varios vecinos y vecinas esperaban dentro de la iglesia, y hasta una periodista curiosa, que se había enterado de la original convocatoria.

El cura Roque expuso a los asistentes nuevamente las reglas del peculiar encuentro y me dio la palabra. Expuse las ideas básicas del programa con el que concurriremos a las próximas elecciones municipales. Al anunciar categórico que, aunque nos doliera reconocerlo, Santa Cruz estaba muerto, miré de reojo al cura, por si acaso, pero seguía sonriente junto a mí, de pie, al lado de la puerta. Parecía complacido con el tono de mi intervención. Le pedimos que apagara la luz y refunfuñó, aunque al final aceptó a regañadientes.

Mi compañero Nico le dio entonces al "play" y comenzó el vídeo que elaboramos para contar la historia económica de la ciudad durante los últimos cien años. La película muestra, con imágenes en blanco y negro de la filmoteca canaria, las antiguas playas de Santa Cruz de Tenerife, antes de la construcción del puerto. Explica que la construcción del puerto fue la solución a la otra gran crisis que asoló la ciudad a principios del siglo pasado. Unas imágenes actuales demuestran que el puerto ya no es lo que era. Por último, nuestra propuesta para resucitar a Santa Cruz: la construcción de una gran playa urbana en el centro de la ciudad, en la avenida Anaga. La frase final del vídeo resume nuestra propuesta: un millón de turistas suponen 25.000 puestos de trabajo, que es exactamente la cifra de parados en Santa Cruz. Un ratio económico que se cumple inexorablemente en las ciudades turísticas, como Las Palmas, en la playa de Las Canteras. Y nuestro verdadero objetivo en Santa Cruz: acabar con el paro. Roque tomó la palabra y anunció que las preguntas durarían hasta las ocho y media, salvo que los vecinos quisieran preguntar más. Lo hicieron.

Terminamos a las nueve y media. Le agradezco sinceramente al cura Roque su amable invitación para hablar con los vecinos y reconozco que fue para mí toda una experiencia religiosa.