No estaba en los planes iniciales pero bastó ese algo que es emoción pura para decir ¿y por qué no?

Inicio (que es final). Eran más de las cuatro de la tarde, esto seguro, y dentro del corro se olía a despedida. También a café de domingo, esta vez del bueno. La luz invernal entraba cariñosa por entre los cristales invisibles y sorteaba hierros añejos. El grupo, empujado por andantes y curiosos a un lado y a otro, adoptaba múltiples formas hermanas de las olas, mientras que los bollos y dulces con sus chocolates a cuesta cabalgaban hasta el precipicio, frenaban y luego se alongaban al paso de caravanas con razas marcadas y olores lejanos, exóticos; con agonías, gestos y sudores propios de seres más agitados de la cuenta.

El café, el primero de la tarde, había aterrizado sobre el metal frío, en cuya frontera los camareros no dejaban de mostrar un estrés lleno de tropiezos y golpes que no tenía visos de fenecer. La tarde había sido exquisita, y esa música perfecta, tantas veces necesaria, era la que no dejaba escapar afuera. Pero había llegado la hora, tocaba el adiós, y con él la huida triste y forzada se fue despidiendo de la misma manera que el olor a café tostado, como el tren al que poco a poco se le deja de ver la cola.

Desarrollo (desde el principio). Jueves, cinco de la tarde. El olor a café esta vez es invisible. Hay una multitud que cabe en un avión hasta dejarlo al completo. Las alas miran a Madrid y la brújula apunta a un lugar llamado "Tramas", donde Andrés y Heidi. En el centro de todo, Gervasio Cabrera, que galopa sobre espacios abstractos dibujados con bolígrafo. Se enfrenta al reto. El aire que se respira transporta un antes y un después, pero esta vez, a diferencia de ocasiones pasadas, huele a triunfo y además es muy merecido.

Ahora se hace tarde en un viernes que se quita la ropa del frío. La luz espera en una habitación blanca apuntando a formas más o menos oscuras. El espacio es claro y da vida a maneras y expresiones de arte. Gervasio sigue en el centro y de ahí ya no se moverá. Es su día, su momento; son los inventos que parten de sus adentros. Luego oscurecen las voces y el hito se hace realidad. Quedan días de belleza sobre voluntades satisfechas en forma de exposición, en Madrid y con marca "Tramas".

Domingo, más de las cinco de la tarde. El olor a aquel café tan bueno ni está ni se le espera. Viajo en la cueva subterránea y doy las gracias por estos ratos; por los amigos y los amigos de mis amigos, ya también amigos.

Domingo, más de las diez de la noche. Tengo unas ganas horrorosas de llegar. En esta otra cueva, la que vuela, el calor se hace insoportable. Quiero tocar tierra y ya solo soñar con lo que dio de sí "Tramas": arte, alegría y confirmación de la amistad. No es poco.

Desenlace (el punto y seguido). Ahora sí estoy dormido en casa, y ya pronto será mañana de lunes. Acordes de "Yesterday" siguen entrando por la ventana. No sé qué pasa, pero, incluso dormido, me noto feliz, entre los míos y con todos esos recuerdos encerrados para siempre en la maleta.

@gromandelgadog