Las elecciones son, a la política, como el otoño a las arboledas. Llega el frío y se caen dulcemente las hojas para formar una asquerosa alfombra que te llena los zapatos de basura. Cuando llega el tiempo de las urnas se caen también los nombres de unos y de otras y empieza a soplar el viento que les arrastra de lista en lista. O de tonta en tonta. A saber.

Esto es como los fichajes de invierno en el fútbol, cuando se cogen los descartes de otros equipos para ficharlos. No lo digo yo, sino José Miguel Bravo, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, al que el PP pretende agradecer los servicios prestados con una palmada en la espalda y una patada en las posaderas. Bravo es De Laguna, pero también de armas tomar, y ya ha advertido que igual se presenta como independiente en las listas de otro partido. La gente lleva muy mal que le saquen del campo. Ya ven ustedes cómo se pone el Ronaldo cuando le mandan al banquillo. A Paulino Rivero, por ejemplo, también se le ha puesto una cara de lapa de risco que asusta. Ahora le ha dado por hablar bajito y con esos dos ojos medio entrecerrados, que uno no sabe si es de cansancio por las hartadas de correr que se pega ese hombre de madrugada o porque está pensando en ponerte en la cama una cabeza de burro.

Juan José Lemes, el alcalde de Arafo, se pegó un mes saltando por la ventana para no ver a Pedro Suárez, el secretario insular del PP. No quería que se enteraran por él, sino por los periódicos, que se iba del partido porque después de una reflexión de unos tres años -hay que gente que se toma su tiempo pensando- se había dado cuenta de que Rajoy nos ha metido unos recortes que pa'' qué. Acto seguido, Domingo Calzadilla salió a decir que él ya lo veía venir, porque Lemes tiene cara de ser de los que se van. O sea, tiene cara de Calzadilla. A cambio, Manuel Reyes, de San Juan de la Rambla, se va de las cercanías de Coalición para apoyar al PP tocando el bucio por las esquinas del pueblo porque sigue siendo nacionalista, según dice. No el bucio, que no habla, sino Reyes.

En unos días sabremos todas las candidaturas del PP en las islas, aunque realmente ya se sepan, excepto dónde va Antonio Alarcó, que es como una de esas impresoras "all in one" que sirven para todo. En el PSOE se cargaron a Casimiro Curbelo porque no es palmero y se encuentra en la misma situación judicial que otros líderes del partido, a quienes no se han cargado porque no se llaman Casimiro ni se apellidan Curbelo. El líder gomero va a presentarse por libre. O sea, y en resumen, que esto en Canarias es como lo de Tania Sánchez y Pablo Iglesias pero con mucha más gente en la cama, lo que contribuye al desorden. Es el viento, que revuelve las hojas. El viento de otoño electoral que siempre deshace el moño político.