Se sientan en el suelo formando un círculo y levantan la mano para hablar. Lo llaman asamblea, pero no son activistas de alguno de los movimientos ciudadanos que han surgido durante los últimos años, si bien lo que hacen tiene mucho que ver con el anhelo de tener una sociedad mejor.

Son los niños de tercero y cuarto de Primaria del colegio público Princesa Tejina, en La Laguna, que participan en una clase de Educación Emocional y para la Creatividad, la asignatura puesta en marcha este curso en Canarias como materia de libre oferta autonómica y que busca ayudar a los estudiantes a conocer y controlar sus sentimientos e impulsos y a comprender las emociones de los demás.

La clase comienza con una de esas reuniones circulares. Las dos maestras -Yésica Cairós, tutora del curso, y Blanca Sánchez, que ejerce como pareja pedagógica- captan el interés de los niños a través de un cuento, "Pide un deseo".

"¿Quién no ha tenido nunca un gran deseo?", pregunta Blanca, que de esta manera introduce la actividad. En parejas, los niños deben redactar, y si es posible dibujar, el deseo de su compañero, pero "no un deseo cualquiera", sino uno que implique a otras personas -familia, amigos, vecinos- y haga referencia a algunos de los problemas que aquejan al mundo.

Los niños cierran los ojos durante unos segundos mientras piensan en esa aspiración, en ese sueño que albergan para hacer más felices a los demás. Luego se levantan del suelo y van a las mesas, donde hablan entre ellos y se afanan con los lápices y los creyones.

Vuelta a la asamblea. ¿Quién empieza? Los más resueltos levantan las manos. La lista de deseos se despliega en las voces de los pequeños. "A mi compi le gustaría...". Pues le gustaría que haya paz y amor en el mundo, convertirse en superhéroe (un niño) y en hada (una niña) y usar sus poderes para ayudar a los demás y acabar con la pobreza, tener alas para volar con su familia, cuidar a los animales para que no se extingan, descubrir una medicina que cure todos los tipos de cáncer... Todos ellos son acogidos con aplausos. No hay lugar para la censura o la burla.

Luego llega el momento de poner nota a la actividad. Abundan los 10, aunque también hay quien reconoce que le cuesta expresar sus deseos en voz alta (por pudor o, en algún caso, por el miedo a que no se cumplan).

El director del colegio, Miguel Delgado, está presente en el aula, y cuando la actividad concluye expone su propio deseo: "Que los de todos ustedes se cumplan. Será así, seguro".

Delgado admite que en los primeros momentos de desarrollo de la asignatura hubo cierto escepticismo, derivado de la "precipitación" de su implantación. "Luego hemos visto que los resultados son buenos, y que, pese a que la educación emocional estaba presente de forma transversal en el aula, ahora permite tratar aspectos que antes no tenían su espacio particular".

Yésica Cairós -que es exalumna del Princesa Tejina- relata que, aunque ha realizado alguno de los cursos "on line" ofrecidos por la Administración, ha aprendido "sobre la marcha, innovando, compartiendo ideas, conociendo las experiencias de otros colegios...".

"En realidad, el trabajo en Infantil y Primaria siempre está impregnado de sensibilidad", tercia Blanca Sánchez. Canalizar la emoción y la creatividad es "una llave maestra que abre muchas puertas" y que ejerce "un efecto dominó sobre otras áreas". En resumen: la felicidad y la empatía ayudan a ser mejores ciudadanos, compañeros y alumnos. Los niños del Princesa Tejina parecen tener mucho de ambas cosas.