Un buen agricultor sabe que para obtener los mejores frutos hace falta una buena semilla, una tierra adecuada, agua y, sobre todo, tiempo; mucho tiempo. En la vida las prisas suelen ser malas consejeras, pero vivimos una sociedad en donde todo parece que tiene que ser de hoy para mañana. Nos ha invadido la urgencia, la improvisación, el trabajo apresurado. Y esa es la mejor receta para el fracaso.

El tiempo es un elemento de la ecuación del éxito. El otro factor es el plan. Hay que saber elegir las mejores semillas, escoger la mejor tierra para plantar y hacerlo en el momento y la época adecuadas. Tenerife tendrá dentro de muchos años, porque estamos comprometidos en conservarlo, el mismo paisaje, la misma belleza y el mismo clima. Hay factores que no van a cambiar. Lo que va a marcar la diferencia es el capital humano. Lo que nos hará mejores o peores es que sepamos formar a nuestros jóvenes en los mayores niveles de excelencia y en aquellos sectores donde vamos a necesitar profesionales altamente especializados.

El Cabildo de Tenerife ha diseñado una estrategia para promover el empleo en el terreno del sector tecnológico, creando cien becas de formación, a través del ITER, la mayor parte de ellas dedicadas al campo del desarrollo de aplicaciones informáticas. Al mismo tiempo estamos haciendo un esfuerzo en la formación de nuestros jóvenes, en el aprendizaje de idiomas y en el Programa 2030, con el que pretendemos participar en la formación de las generaciones de profesionales llamadas a marcar la diferencia en el futuro de nuestra isla.

Nuestra economía, basada en la venta de servicios turísticos y el comercio ha demostrado más allá de toda duda razonable que a pesar de vivir momentos de éxito es incapaz de crear todo el trabajo que necesitamos. Así que estamos sembrando para recoger. Estamos creando las semillas de nuevos proyectos en el terreno de las energías renovables, en las telecomunicaciones donde queremos jugar el papel de un centro estratégico para la zona africana en desarrollo, en proyectos de excelencia en las producciones agrícolas, en productos semitransformados... Queremos un nuevo escenario donde el talento de nuestros jóvenes tenga todo el apoyo para emprender proyectos.

Tenerife está marcando la diferencia. No les quepa duda. La última feria de turismo de Berlín, celebrada hace unos días, nos ha permitido ver cómo Gran Canaria apostaba por llevar su propio estand, aparte del de Canarias, para venderse como un destino distinto. Es un desesperado esfuerzo del Cabildo grancanario por recuperar el terreno perdido en el sector turístico. Pero las ocurrencias no sirven a largo plazo. Lo que hoy disfrutamos es el fruto del trabajo y la estrategia que desarrollamos ayer. En esta isla se han hecho algunas cosas bien y los resultados se notan. Hemos sufrido la crisis como todo el mundo, pero hemos aguantado mejor que muchos. Además aquí, al contrario que en Gran Canaria, no nos cortan la cabeza a los que defienden a la Isla, como le ha pasado a José Miguel Bravo de Laguna con su partido en Madrid. Hemos sido libres para discutir con cualquier administración y defender los intereses generales de Tenerife. Somos independientes para no obedecer nada que no sea la defensa de nuestro pueblo y de los tinerfeños. Y eso, a la larga, se termina notando en la fortaleza política de la Isla.

Los próximos años serán de recuperación del mercado laboral. Como hemos venido diciendo y haciendo, lo prioritario ahora es que los miles de tinerfeños que no tienen trabajo puedan encontrarlo lo antes posible. Pero lo urgente no debe hacernos olvidar lo importante. La formación, la excelencia, la preparación de capital humano para los sectores estratégicos de pasado mañana.

Acaso uno de los grandes errores de nuestro pasado es haber formado profesionales para desempeños que no se demandaban en nuestra economía. Tenemos que apostar por algo más que turismo y comercio, aunque esos dos sectores sean nuestra gran apuesta. El medio ambiente y sus actividades asociadas, el reciclaje, las energías limpias, las industrias de alto valor tecnológico, las telecomunicaciones... Nos espera un gran trabajo en sectores e industrias que serán determinantes en el siglo XXI. Y el primer paso es formar a nuestros jóvenes para ese reto porque ellos van a marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.