Desde lejos, Leo Zaal parece un titán. Alto -1,90-, fuerte -95 kilos- y de complexión atlética. Increíble para quien apenas tiene... 10 años. Esa es la edad de este holandés, aunque la biológica sea 57, desde que en 2005 "me cambió la vida por completo" en un sendero de Anaga. Muy cerca de Almáciga, entre zarzales, estuvo perdido 96 horas cuando el límite máximo para sobrevivir está en 72. Cuatro chicharreros, Kim, Sito, Nene y Wladi, lo encontraron "por casualidad" y dieron el primer paso para impedir su muerte segura. Una década después, el Café Melita de Bajamar acogió un reencuentro simbólico. Antes, recorrieron juntos los senderos de Anaga.

"Tuve mucha suerte", dice Leo y Kim (Joaquín Escatllar) remata: "Potra, lo que tuviste fue una gran potra". Wladi (Wladimir Cova, le viene de casta y es de San Andrés, como Sito, Andrés López, y Nene, Francisco José Brito) lo explica: "Ya nos íbamos y no sé aún cómo lo oímos, tal vez porque nos habían dicho que había una persona perdida. El operativo de búsqueda se iba a levantar de forma definitiva, casi llegaba la noche y hacía un calor terrible, más de treinta grados". Lo corrobora Leo, que, junto a su compañera entonces, la noruega Renate, "con e", había decidido hacer senderismo para aguantar el "mono" del tabaco. Ambos se hospedaron en el albergue Montes de Anaga, pero Leo partió solo el lunes 29 de agosto porque Renate tenía un esguince de tobillo.

Hizo la primera ruta sin problemas, pero el martes 30, cuando culminaba la segunda, se perdió y quedó desorientado y herido. Después de más de tres días entre zarzas, cuando ya "me había puesto en paz con Dios", llegó el rescate milagroso. Wladi recuerda: "Estaba destrozado y fue clave nuestra preparación para bomberos". Dos de ellos lo son, de hecho.

Zaal tenía como "biblia" el famoso libro de una pareja de alemanes, Klaus y Anette, de la Editorial Rother, que obvia algo fundamental para este holandés culé: "Nunca hay que salir solo a hacer senderismo". Recomienda "clubes o empresas organizadas para ello". "Exceso de confianza e ignorancia", apuntan los locales. "Aquí se dan condiciones distintas a cualquier parte del mundo y en Anaga más pero creen que con un libro vale por haber pateado la Selva Negra o escalado el Mont Blanc. Y pasa lo que pasa".

Leo, al que le gustaría vivir en la isla, recorre ahora Europa como guía de turistas australianos, canadienses o americanos. "Cuando se quejan de que la comida es mala o la cerveza no está fría, pienso: por lo menos no has tenido que beberte tu propia orina. Para mí, cada día es un extra", dice. Apenas le quedaron pequeñas secuelas en las piernas.

Zaal, natural de Amstlveen, cerca de Amsterdam, hace un leve reproche a las autoridades de su país y se indigna porque "en Holanda, se llegó a insinuar que quería quitarme la vida". No olvidó "dar las gracias a todos los implicados, a Montes de Anaga, al HUC y, por supuesto, a Renate, con e".