¡Hartos de tanta milonga!... Suplicio añadido e inevitable son las campañas electorales, preelectorales, poselectorales y mediopensionistas, donde el palabrerío hueco y el discurso capcioso de promesas que jamás se cumplirán, ¡y tú lo sabes!, se aglutinan en bolas crecientes de nieve rodante apelmazada con mentiras. Pueblo soberano afectado por la mala gestión de sus derechos e intereses, en manos de supuestos servidores públicos que defraudan con lamentables resultados. Alejada distancia entre necesidades e intenciones que establece una dicotomía social perfectamente definida, donde las partes se sitúan en dos mundos distintos de realidades separadas y ajenas una de otra.

De un lado, la ciudadanía, que no tiene más remedio que elegir a sus dirigentes, a sabiendas de la inutilidad de su granito de arena, en forma de voto, con la ilusoria esperanza de que algo cambie. En la otra vertiente, los políticos: grupo que configura el concepto de "poder" mediante el procedimiento fraudulento de ofrecer su servicio al pueblo para, una vez instalados en las respectivas poltronas, convertirse en padres patrios y autoridad con tratamiento distinguido de V. I. o V. E. Y se lo creen... Pierden la noción de la realidad para emburbujarse en su cámara de vacío con la compulsiva obsesión del poder por el poder. Y si de paso se puede trincar algo, mejor.

Ensañamiento: ''circunstancia agravante que consiste en aumentar inhumanamente y de forma deliberada el sufrimiento de la víctima, causándole padecimientos innecesarios''. Así, las declaraciones, discursos, mítines, entrevistas, tertulias y demás zarandajas verbales, encaminadas a la propaganda partidista y/o de los candidatos, suponen una tortura adicional al sufrimiento inferido por el fracaso de quienes debieran protegernos. En su lugar, crean frustración y desesperanza crónicas.

Los candidatos con necesidad de promocionarse usan puntualmente a los medios de comunicación, pagando espacios con el dinero público de un partido subvencionado con nuestros impuestos y vejaciones varias.

El acoso audiovisual es difícil de eludir. La crueldad del martirio consiste en tener que soportar, como espectador, las diatribas que se dedican unos y otros con: lo mal que lo haces; peor lo hiciste tú; y tú más; pues anda que tú; yo lo haré mejor; hay que hacerlo como yo diga... Humo como cortina de camuflaje.

No es novedad, pues desde sus orígenes tribales la humanidad ha sufrido, con mayor o menor intensidad, el conflicto de convivencia con la política y el poder. Pero la percepción actual supera con creces cualquier episodio histórico, reciente o remoto, cuando la opresión por abuso de poder consigue que la indefensión ciudadana haya devenido en resignación colectiva.

Año duro, 2015, con varios procesos electorales en marcha. Es previsible que en Andalucía vuelva a triunfar el PSOE, y que los presuntos y gravísimos casos de los ERE no sean impedimento para que la mayoría reincida en sus afectos.

Las encuestas siguen manteniendo al PP como primera fuerza nacional. La gravedad de sus casos de corrupción, pendientes de resolver, tampoco parece cortapisa para sus incondicionales. Ni siquiera que Blesa y Rato todavía no estén en la cárcel con sus colegas.

¿Y los que vienen de nuevas? No se distinguen demasiado de los congéneres de su casta, a la que han accedido por la puerta de servicio, pero ya parecen integrados en la pista del circo. También ellos influyen emocionalmente en la gente de buena fe, en lugar de apelar al sentido común y uso de razón para ofrecer un "business plan" específico y pragmático que solucionase la realidad de los terribles problemas sociales y económicos que nos asolan. No parece alarde de inteligencia que nos propongan a Maduro como candidato a nuestras elecciones. Una broma grotesca y chiste de mal gusto.

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