Hace una semana anunció que está agotando sus últimos capítulos como artista; que los días que han propiciado un homenaje como el que le van a dar en la I Feria y Muestra de la Industria Discográfica Canaria que arranca hoy, a partir de las 18:30 horas, en el Aguere Espacio Cultural de La Laguna ya casi son historia. "Me voy, pero si un día me llaman para cantarles a los viejitos o participar en un festival benéfico me pongo el traje y voy un ratito", cuenta la grancanaria Mary Sánchez (1934) antes de confirmar que no podrá estar presente en la Ciudad de los Adelantados. "¡No puedo ir, mi niño! Tengo la pena de no asistir, pero hoy le van a poner un marcapasos a mi cuñada y las circunstancias mandan. Irá mi representante, pero lo agradezco de corazón", puntualiza. "El mío está bien", precisa con una sonrisa que se cuela a través del auricular del teléfono.

¿Cómo está siendo la semana después de anunciar su adiós a los escenarios?

Feliz y tranquila; abrumada porque me tienen todo el día de aquí para allá hablando de mis cosas... Ensayando un poquito.

¿Sigue la rutina de los ensayos?

Claro que sí, eso nunca hay que dejarlo... Algunos días cuesta más que otros, pero es la única vía que conozco para entrar segura a un escenario.

¿No ha hay margen para el arrepentimiento?

No, no, no, qué va... Me voy, pero si un día me llaman para cantarles a los viejitos o participar en un festival benéfico me pongo el traje y me acerco un ratito. Esto hace rato que lo tenía pensado, pero por fin me decidí...

¿Esperaba estar tantos años ligada al mundo de la música?

¿Aquí? No... De niña ni se me pasó por la cabeza salir a un escenario. Salí engañada y porque me empujó mi madre. Yo cantaba en mi casa mientras las habitaciones se aireaban y ella me escuchaba escondida. Tenía 12 o 13 años y la gente se paraba delante de las ventanas y las puertas a oírme... Luego, a veces, también aplaudían (ríe).

¿Sin ese engaño esta Mary Sánchez no existiría?

Me llevó a una fiesta organizada en La Isleta... ¡Vamos Mary, vamos!, dijo. Insistió en que quería ver un espectáculo que iban a montar por la festividad de San Pedro... Yo vi a mi madre hablar con el pianista y, de repente, el presentador pronunció mi nombre. ¡Sube, sube... Mary, te están llamando!, insistió mi madre. Al empezar a cantar me temblaban las rodillas y me olvidé de la letra, pero no me quedé callada... Yo seguí cantando una ranchera, porque entonces aún no interpretaba temas de mi tierra, y aquella sala se rindió a una niña.

¿Por qué las carreras de hoy parecen más efímeras?

La juventud de hoy solo canta determinadas cosas y en Canarias, pero hay que salir fuera... Yo me abrí camino lejos de casa y no me fue del todo mal... La tierra tira, pero hay que salir. A Venezuela me fui como Mary Sánchez, lo de Los Bandama se lo pusimos durante la travesía. Al llegar a La Guaira pedían 30 bolívares por pasajero para desembarcar y yo no los tenía. Ninguna de las personas que iban conmigo tenía ese dinero y empecé a llorar porque creí que nos traerían de nuevo a Canarias. Nunca he sabido quién lo arregló, pero nos dejaron bajar. Una persona desconocida pagó y cambió todo...

¿No debió de ser fácil construir la marca Mary Sánchez entre tantas estrecheces sociales y económicas?

Mi madre era purera y mi padre cambullonero y recuerdo con una tristeza extrema ver cómo nos llamaba -eran ocho hermanos- para decirnos que hoy no había nada de comer; que me fuera a casa de Manolito a ver si me daba un fiado. ¡Dile que te ponga una botella de aceite y unas lentejas y que te lo apunte!, me decía. A mí me daba vergüenza ir porque él siempre respondía que en esa cartilla ya no quedaba espacio para otro favor. Luego, cuando Manolito se iba a la trastienda su sobrino me decía: ¡Mary, abre el bolso y llévate esto! He trabajado hasta reventar y conozco el valor real de todas las cosas que entran en mi casa... De la juventud de hoy me preocupa el desconocimiento que tiene sobre lo que cuesta ganar algo.

¿Tiene contabilizados todos los discos, conciertos, giras...?

Eso quien lo controla es Israel, mi representante. Él lleva esos asuntos porque mi cabeza está para otras cosas... Todo eso lo tiene bien atado Israel.

¿Se marcha cansada?

No, pero sé hasta dónde puedo llegar... Me queda disfrutar este ratito por todos los puntos del Archipiélago que quieran escuchar una vez más a Mary Sánchez.

La feria que se inaugura hoy en La Laguna también homenajea a Los Huaracheros, ¿dos emblemas culturales de Canarias que se unen en torno a la industria del disco?

Cuando era una niña vinieron a cantar al lado de casa y no paré hasta que mi madre me llevó a verlos... Aquello era una fiesta. Mi madre les dijo que la niña también cantaba y se empeñaron en escucharme. Me dieron besos y abrazos antes de insistirme en la idea de que continuara cantando porque tenía facultades para llegar lejos. Los Huaracheros, en cada una de sus versiones, y Mary Sánchez siempre se admiraron. Hay un respeto vivo por ambas partes (silencio)... Le voy a confesar una cosa: me estoy empezando a emocionar.

¿No es mi intención?

Lo sé... No es la entrevista, es todo lo que significa una semana de fuertes emociones. ¡Fíjate tú la cantidad de peticiones que he recibido esta semana, perdone que lo tutee pero su voz es más joven que la mía, que el control del día a día lo tiene mi representante...

Se le nota más agobiada que en los escenarios.

Mucho más... Yo en los escenarios nunca sufro. Bueno. Una vez sí que me vi apurada. Siempre me costó alejarme de Canarias, pero si encima me piden que cante en un idioma que no es el mío el desastre es considerable. ¡Mire que lo pasé mal el día que me hicieron cantar en inglés en Las Vegas!