l debate sobre el estado de la nacionalidad celebrado esta semana ha vuelto a evidenciar que la fórmula actual sirve más bien para poco, por no decir para nada. n esta edición, además, se desarrolló con las elecciones a la vuelta de la esquina, lo cual, en lugar de servir de condimento, dejó todavía más insulso el plato. Un presidente del Gobierno incapaz de hacer autocrítica, pese a ser su último examen. Y una oposición con un solo objetivo: resaltar los errores del jecutivo; convirtieron la sesión parlamentaria en una sucesión de monólogos que no conducen a ningún sitio. Si a eso se suma que las propuestas de resolución que genera el debate son papel mojado, más vale dedicar el tiempo a otros menesteres. Si realmente se quiere utilizar este tipo de sesiones parlamentarias para algo positivo, urge, por un lado, cambiar el modelo y, por otro, y quizás más importante, que los protagonistas tengan claro para qué fueron elegidos. No se trata de perdurar en el cargo, sino de intentar buscar soluciones a los problemas que sufren los canarios para hacerles la vida más fácil y, sobre todo, más feliz. Un síntoma de que el camino elegido hasta ahora no es el acertado es la poca atención que genera cada año este debate. Y ya no solo en la población en general, sino en cargos públicos, empresarios, sindicalistas, etc. Si el propósito de los partidos representados en el Parlamento fuera realizar un buen diagnóstico de la situación de las Islas, para después, con el mayor consenso posible, aplicar el mejor tratamiento, quizás el debate sobre el estado de la nacionalidad despertaría mayor interés por parte de todos y serviría ciertamente para algo.

duardo Doménech, rector de la Universidad de La Laguna durante los últimos ocho años, está de despedida. n el discurso que pronunció el jueves con motivo del Día Institucional de la ULL, defendió su gestión, insistió en las críticas a las administraciones públicas, por la falta de apoyo y financiación, y dejó algunas perlas que conviene recordar. n primer lugar, advirtió de la "falta de visión, rozando a veces la pura ceguera" de los poderes políticos, a quienes acusó de haber "ninguneado a la Universidad, en el mejor de los casos", o de "denostarla", en otros. De momento, nadie se ha dado por aludido, lo cual resulta, cuanto menos, llamativo. Y, en segundo lugar, Doménech alertó del "mediocre y poco innovador" mercado laboral canario, un guante que tampoco ha sido recogido por nadie hasta el momento. Debe ser que, en estos momentos, entrar en esas profundidades puede llegar a ser peligroso. No obstante, debería ser tenido en cuenta.

l vandalismo que sufre Santa Cruz afea la ciudad y sale muy caro, como se ha podido comprobar con las alegorías situadas en el parque García Sanabria. Los 8.000 euros que se ha gastado el Ayuntamiento en un año, para que estas esculturas luzcan como se merecen, deben ser abonados por los que se empeñan en destruir el patrimonio cultural de la ciudad. Desde aquí, una vez más, mostrar el apoyo al alcalde de la capital tinerfeña y su equipo de gobierno en la batalla que mantienen contra estos indeseables.