El doble entrenamiento que realizó ayer el Tenerife en El Mundialito incluyó la grata sorpresa de la presencia sobre el césped de Igor Arnáez. El lateral zurdo vizcaíno se vistió de corto y, en compañía del recuperador físico Iván Méndez, corrió por el perímetro del campo mientras sus compañeros completaban la rutina a las órdenes del técnico Raúl Agné.

Para un jugador que tuvo que quedar ingresado en Hospiten durante casi veinte días, y que incluso pasó algunos en la Unidad de Cuidados Intensivos, fue todo un avance poder ejercitare; una gran conquista para un jugador que, en una acción normal de un entrenamiento normal en el que participó el 27 de enero, sufrió un traumatismo en la zona abdominal que le trajo unas consecuencias inesperadas. Lo que en un principio pareció un percance sin importancia, lo ha dejado sin poder competir casi dos meses y perderse un total de siete partidos. Y lo que le queda, ya que todavía no está listo para volver a jugar.

Lo que cuenta es que Arnáez dejó el hospital el 16 de febrero tras reponerse casi por completo de la laceración renal y la pequeña fisura esplénica que le diagnosticaron. Y, lo más relevante, que desde ayer puede trabajar. Sonriente, como si hubiera vuelto a nacer como futbolista, Igor disfrutó de cada zancada sobre la hierba de las instalaciones de Ofra. Ahora le queda la otra parte, la de recuperar la forma física y ser uno más para Raúl Agné. Pero no hay plazos. Llegar a tener minutos antes de que acabe la Liga ya sería un éxito para Arnáez. Es su nueva meta. Tiene trece partidos por delante.