Jorge Dávila (@davilatoor), Santa Cruz de Tenerife

Han vendido más de 20.000 entradas en Canarias de "Lutherapia", el espectáculo que mañana se instala en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife hasta el próximo 29 de marzo. Quedan entradas. Ese es el punto de partida de una entrevista con Marcos Mundstock (1942), cofundador con Gerardo Masana del personaje de Johan Sebastian Mastropiero. El psicoanalista no tendrá en esta gira Daniel Rabinovich como paciente -Horacio Turato y Martín O''Connor cubren su baja en distintas partes de la función-, pero admite que los automatismos están tan logrados que el resultado es igual de efectivo. "A Daniel se le echa de menos, pero todo está muy rodado", puntualiza horas antes de desembarcar en la Isla.

Aún quedan unas pocas, pero sí... Hay amores que resisten a la crisis como el que pone de manifiesto siempre el público de Les Luthiers. La verdad es que eso es una enorme responsabilidad a la que nosotros tratamos de responder con una actuación que cumpla con sus expectativas.

¿Pero Les Luthiers es un producto "anticrisis", o desde su posición también se percibe esta recesión económica?

¿Anticrisis? (ríe)... No sé, lo que sí hemos comprobado (por ahí surge con fuerza la entonación que tantos días de gloria le ha entregado a Mastropiero) es que la crisis no limita la capacidad de la gente a la hora de consumir humor. Muchas veces me preguntan, por cierto en un ejercicio de ausencia de originalidad algo preocupante, si ahora necesitamos reírnos más que nunca... El humor es como el alimento: la gente siempre necesita comer y, si puede ser, comer algo que esté rico... Por suerte hay gente que puede seguir viniendo a ver nuestro trabajo, aunque es una pena que se limiten las posibilidades por cuestiones económicas: sabemos que hay personas que no pueden comprar una entrada para Les Luthiers.

Eso es algo así como una "espinita" que tienen clavada. Se lo digo porque la cultura tendría que llegar a toda la sociedad, otra cosa es que se transmita de forma gratuita.

A nosotros nos gustaría tener otro régimen de financiación, pero Les Luthiers se autofinancia: nunca contamos con el dinero de las autoridades. Jamás fuimos apoyados por un gobierno o por unas instituciones que tienen la obligación de construir cultura. Nosotros pertenecemos al libre comercio, es decir, montamos una mercadería y la gente paga por verla. Eso tiene muchas ventajas porque nuestra relación es directa con el público y eso nos mantiene alejado de cualquier injerencia política. Por ahora nos ha salido bien y hemos demostrado que podemos hacerlo, aunque también soy consciente de que hay otras ofertas culturales que necesitan ese respaldo oficial para sobrevivir: uno no puede grabar una película que cuesta muchos millones de euros sin tener unos apoyos que garanticen una financiación, ¿no? Lo que no tiene sentido es que haya dinero público metido en proyectos que son para una minoría.

¿Qué piensa Johan Sebastian Mastropiero de todo lo que ha ocurrido en torno a este producto?

Se sorprendería. Yo creo que él quiso hacer algunas travesuras, trampas y estafas con la esperanza de que esto iba a pasar demasiado rápido y al final nadie se enteraría de nada... Igual ahora está cruzando los dedos y rezando para que esto no siga creciendo mucho más y acabe siendo perseguido por la Policía.

En Tenerife los hemos visto en distintos espacios y en diferentes espectáculos, pero siempre con canchas, teatros o auditorios llenos, ¿dónde está el secreto para alargar ese vínculo?

Esa preguntaaaa es un poco de esas que nos hacen mucho (silencio). Yo no creo en los vínculos porque eso suena a algo obligatorio: esto es más natural.

Otra pregunta que seguramente habrá tenido que contestar muchas veces. ¿cuál es la pócima mágica, si es que existe, para que esto no se agote?

Para eso no tengo una respuesta, aunque sí algunas sospechas... Teniendo en cuenta de que hay algunas cuestiones que son ciertas, lo único que se me ocurre decir es que este es un "show" humorístico de gran eficacia. Eso se nota en las carcajadas del público y en la hora y tres cuartos de hora que el público permanece en el teatro matándose de risa... Además de esa alta rentabilidad escénica, hay otro factor que me gustaría destacar con el riesgo que supone que me tachen como un ser vanidoso: Les Luthiers ha logrado una calidad que no es a cualquier costo, es decir, que aquí no vale todo con el fin de que los espectadores se rían. A Les Luthiers le interesa por igual tanto la excelencia humorística como la calidad musical. Eso es cada vez menos frecuente en el mundo de la cultura, pero en nuestro caso es una condición irrenunciable cada vez que salimos a un escenario. En esa fórmula de la que todos hablan también existe un apartado muy importante que tiene que ver con la calidad literaria.

¿Y el éxito no llega a cansar?

Ante esa pregunta voy a ser algo presuntuoso y presumido. Nosotros defendemos una marca que combina tradición y calidad. Eso es algo que gusta, aunque no se cotice tanto como en el pasado. Seguramente el éxito de Les Luthiers está conectado con la forma que usamos para transmitir el humor. El problema ya no está en la cantidad de años que hemos perdurado, sino que esa existencia es posible en muchos países y en lugares donde las fórmulas humorísticas no son universales, sino que tienen unas particularidades. Además, hay una cuestión por la que no nos preguntan tanto, pero que está ocurriendo. Y es que nos estamos dando cuenta de que nuestro público también cambia: cada vez hay más niños entre el público. Nada de lo que tenemos ha sido algo propuesto, es decir, nosotros empezamos a trabajar sin pensar nada de todo lo que vino después: Les Luthiers aparecía en un escenario y la gente iba a vernos. Nunca soñamos nada; esto fue la suma de una bendición encima de otra bendición.

¿Una de esas bendiciones está relacionada con esas colecciones de material sonoro de Les Luthiers que "pululan" por todo el planeta Tierra?

Eso tampoco lo planificamos (sonríe)... Lo único que teníamos más o menos controlado era el hecho de que queríamos hacer bien nuestro trabajo y, si era posible, vivir de él unos años.

El público inevitablemente asocia "Lutherapia" con ese mano a mano entre el terapeuta y el paciente, es decir, entre Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, que continúa convaleciente. ¿El doctor echa de menos al enfermo?

Es evidente que no es lo mismo que esté Daniel, que es el original y además participó en la creación de "Lutherapia", a que no esté... Nosotros medimos el grado de aceptación que tenemos por la cantidad de aplausos y carcajadas que se dan en un espectáculo y le puedo asegurar sin equivocarme que con Horacio Turato y Martín O''Connor esa intensidad no solo no ha bajado, sino que se mantiene e incluso se desborda en momentos puntales.

¿Cómo bien apunta la mítica canción de Queen "El show debe continuar"?

Sí algo de eso también hay... Mi compenetración con Daniel es total y no sería del todo sincero si dijera que existe algo en mi interior que me hace que mi adaptación con el actor que lo sustituye no sea tan natural porque ese terapeuta y el paciente llevan muchos años interactuando y, por lo tanto, se conocen a la perfección. A Daniel se le echa de menos, pero "Lutherapia" tiene la virtud de que es un espectáculo que fluye solo. En ese sentido, Martín O''Connor cumple totalmente con las expectativas que puedan hacerse los espectadores respecto a un proyecto que nos ha dado mucho. Si la pregunta que trata de hacerme (silencio) es si vamos a notar su ausencia, la respuesta que le voy a dar es sencilla: "Lutherapia" no pierde nada...

¿Este es un momento propicio para las terapias de este tipo?

No nos pongamos tan serios, por favor... Esto no es tan complicado como pueda parecer. Si tuviéramos que hacer un guion en función de los traumas y los conflictos de cada espectador este negocio sería un auténtico fracaso. En "Lutherapia" no imponemos que nadie aprenda nada: eso sería muy aburrido. El psioanálisis o la psicoterapia es un terreno muy fértil que nos viene bien a este espectáculo porque las alucinaciones, sueños, recuerdos es lo que nos da pie a la parte musical, que es lo básico en cada una de las funciones.

Hablando de cosas básicas. Su voz es un icono inconfundible en los ratitos de Les Luthiers, vamos que no hace falta verlo en un escenario para imaginarse a Marcos Mundstock o al viejo Mastropiero.

Ese fue un elemento que descubrimos que teníamos a nuestro favor cuando decidimos darle cobertura en Les Luthiers. Ni siquiera le puedo asegurar que lo hayamos aprovechado más de lo necesario: no es la voz de un psicoanalista, es la voz de Marcos Mundstock. Eso sí, algo entrenada...