Alguna que otra vez suelo darles la lata a Juan Manuel García Ramos, Humberto Hernández o Eliseo Izquierdo. Lo hago cuando tengo una duda gramatical y no sé cómo salir de ella. Un día le pregunté a Juan Manuel si él solía emplear la preposición a en el complemento directo cuando este no es nombre de persona. Me dijo que sí, que él solía emplearla al escribir, por ejemplo, "Yo amo a Canarias" en lugar de "Yo amo Canarias".

Recordé entonces que mi profesor de Lengua en el bachillerato, don Pablo Pou, nos decía que se puede escribir o decir "San Fernando conquistó a Sevilla".

Pero quiero decirles a mis amigos lectores que, en mi opinión, don Camilo José Cela, nuestro célebre premio Nobel, emplea la dichosa preposición en ocasiones que a mí no me cuadran. Les dije un día que estoy en la lectura de las obras completas del escritor gallego. Y como son más de veinte tomos, con unas seiscientas páginas cada uno, he tardado tanto en llegar al final. Pues bien: en el tomo 13, pgs. 12 y 13, he podido leer esto: "El genio eleva a las ciencias a las altas nubes del arte". Y luego escribe: "No confundamos al amor con las alteraciones del sistema nervioso". La modesta opinión de este cronista de pueblo lo lleva a decir que la preposición a, que el genio gallego coloca antes de los nombres sustantivos ciencias (en el primer ejemplo) el amor (en el segundo) sobran en los dos casos. ¿Están ustedes conmigo o le dan la razón a don Camilo?

Sí, ya sé que en los manuales de Gramática se permite el uso de la citada preposición en el complemento directo, no solo cuando este es nombre de persona, sino cuando hace referencia a cosa personificada. Pero a mí me parece que, en los dos ejemplos que cito de nuestro admirado Nobel la preposición no era precisa. No sé si Juan Manuel, Humberto y Eliseo estarán de acuerdo conmigo. Me da la impresión de que no.

Voy ahora con las llamadas palabras moribundas. Esas que fueron un día gloria y esplendor del idioma castellano y que hoy, con el paso el tiempo, se están yendo a pique. Digo esto hoy, exactamente hoy, porque he tenido oportunidad de oír a una señora mayor, al recibir una visita inoportuna, de esas que llegan a la hora de comer o cuando estás en la ducha, estas palabras: "¡Vaya hombre; parece que se extreman!". He consultado varios de mis amigos los diccionarios y en ninguno, ¡en ninguno!, se hace la más mínima referencia al verbo extremar, relativo a casos como el que cito. No está.

Tampoco en los de canarismos. Lo he buscado -al verbo- con ese y con equis. Pero nada de nada. ¿Qué ocurre, señores? ¿También el verbo extremar, o estremar, si se tercia, se ha convertido en una de esas palabras que se llaman moribundas? De ser así, sería cuestión de decir: ¡Pobre idioma. Hay que ver lo que hemos hecho contigo!