Se han convulsionado principios institucionales del Ejército español por mor de un lamentable episodio protagonizado por quien, desde su estrato jerárquico, debía ser ejemplo de moral y salvaguarda de los valores preconizados en una doctrina que contiene sublimes preceptos de honor, lealtad, dignidad, espíritu de servicio, disciplina y respeto absoluto al código ético donde los derechos humanos ocupan lugar preferente.

El grave caso de acoso sexual, juzgado y condenado bajo la jurisdicción del Código de Justicia Militar, ha mostrado fisuras que posiblemente requieran alguna reforma interna para adaptarse al concepto de Justicia cívica. Respetando, claro, la especifidad de la institución.

La protección a la víctima, capitán Zaida Cantera, ha quedado en entredicho. El reo no ha sido inhabilitado y retornará al servicio activo una vez cumplida una exigua condena. Sentencia con equivalencias al delito de acoso sexual que, por no estar tipificado en dicho Código, se ha sustituido por abuso de poder y similares.

La indefensión sufrida por la capitán, a lo largo de las sucesivas secuencias descritas con credibilidad suficiente, se vio agravada por la inconcebible inhibición y pasividad de compañeros y superiores. Pudo confundirse el sentido del compañerismo por un peyorativo corporativismo insano que camuflara el problema. Pero también el riesgo de plantar cara ante una contundente jerarquía organizada por "conductos reglamentarios" pudo disuadir cualquier intento de solidaridad con la víctima, a pesar del espíritu aguerrido que debe suponerse en todos los miembros de las FFAA.

El caso ha suscitado gran impacto mediático y motivo de escándalo popular como corresponde al mancillado prestigio de la institución y a ciertos sentimientos antimilitaristas, que han encontrado un pequeño filón de debate en propicios foros de opinión. Ha sido tratado con mucho más énfasis que casos similares y habituales que lamentablemente se dan en ámbitos civiles más cercanos.

Se utiliza el término democracia para todo, pero su significado etimológico, gobierno del pueblo, es de exclusiva aplicación política.

El Ejército no es democrático ni puede serlo. Del mismo modo que cualquier organización o empresa, pública o privada, donde un organigrama escalafona autoridad y responsabilidades, hay superiores y aspirantes, jefes y becarios. La filosofía de defensa nacional no sería compatible con el poder de decisión asumido desde abajo por la tropa. La jerarquía escalonada es imprescindible para una operatividad racional, así en la mili como en cualquier pyme, gran superficie o multinacional extranjera... Sin perjuicio de que cada individuo de la plantilla pertenezca como ciudadano a una población en democracia, donde todos sean soberanos y los políticos sus servidores.

Quien por vocación accede a la profesión militar acepta de antemano los conceptos de disciplina, lealtad, compañerismo, abnegación, asunción y respeto a la autoridad para, a través de su formación, impregnarse de todos los valores morales que distinguen a dicha colectividad. Efectos colaterales negativos son inevitables en cualquier contexto humano, pero hasta la discrepancia controlada y reprimida forma parte del proceso de consolidación de una impronta individual y definitiva.

Reflexión personal: sufrí profundo bochorno por la actitud "política" del ministro de Defensa en el Congreso. Ha perdido una gran oportunidad de rescatar parte del buen nombre perdido por culpa de quien ha causado un daño irreparable a la dignidad del colectivo militar.

En lugar de su dialéctica evasiva y despótica, debió pedir perdón a las víctimas: la capitán y su marido; restaurar a ambos con honor en su función y empleo, con la protección debida y, sobre todo, inhabilitar al acosador sexual y expulsarlo del Ejército, pues la contaminación tóxica de su continuidad solo puede redundar en daños añadidos y motivo de vergüenza para quienes sentimos estos valores.

No ha estado a la altura, señor ministro. No debo ser quien pida su dimisión, pero ha demostrado un desconocimiento absoluto de la conciencia colectiva y honorabilidad de quienes necesitan en la cúspide la calidad humana suficiente que responda a sus legítimos derechos y espíritu de servicio... Sé lo que yo haría en su lugar.

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