Quien firma este trabajo no tiene el más mínimo inconveniente en reconocer que, cuando escribe para los demás, se equivoca como cualquier hijo de vecino. Hace unos días escribí este pie de foto: "La calle Pérez Zamora, antes de ". Debí escribir "antes de ser adoquinada", como me señaló un lector al día siguiente de publicarse mi artículo. Por eso, porque sé reconocer mis errores y encajar los golpes que me llegan, voy a contar ahora los que me llegan de los demás. Pero no errores de interpretación, como fue mi caso, sino errores ortográficos, sintácticos e, incluso, cacofónicos, que de todo ha habido estos días en la prensa, la radio y la televisión.

De un celebérrimo presentador de una cadena televisiva nacional me he ocupado más de un a vez y más de diez. Y vuelvo a hacerlo ahora porque el joven, con esto de la crecida del río Ebro, ha vuelto con su monserga de "este agua", en lugar de "esta agua". Pero, por si no fuera bastante, ocurre que otro locutor, de una cadena diferente, al referirse a un hombre que había asesinado, tiempo atrás, a su primera esposa, quiso repetir suerte tratando de dejar fuera de combate a la segunda. Y fue entonces cuando el presentador que no nombro se atrevió a decir estas palabras: "El asesino ha utilizado para esta ocasión el mismo arma que la vez anterior"

Lo malo, amigos, es que la moda ha llegado ya a las Islas. No sé si en barco o en avión, pero ha llegado. El pasado día 2 de marzo, en una crónica futbolística, escribió el crítico de turno: "En dicho acta, el colegiado no ha reflejado un presunto puñetazo de Suso". Me gustaría que algún amigo del cronista tinerfeño que nos dejó su perla en la prensa le dijera: "No, hombre, no. No se dice dicho acta sino dicha acta. No es tan difícil de entender". Quien esto escribe, que no es muy culto, según se desprende del titular de mis trabajos, sabe esta regla desde que hizo el ingreso en el bachillerato, hace 75 años, cuando solo tenía 10 de vida.

Por si no fuera bastante, ocurre, además, que ganadores del premio Nobel de Literatura se equivocan también porque ya saben ustedes que el que tiene boca... Aunque en este caso no haya sido con la boca sino con la pluma. Don Camilo José Cela ha escrito en una de sus obras "con todos los gastos pagos" y yo digo "con todos los gastos pagados". Y ha escrito también el señor Cela "substituir" y "de prisa". Yo, pobre de mí, suelo escribir "sustituir" y "deprisa", sin la be del primer caso y las dos palabras juntas en el segundo. Claro que estas expresiones las escribió el señor Cela en 1962 y es posible que en estos 53 años que han transcurrido desde entonces, los que mandan en estas cosas -la Academia, quiero decir- hayan decidido cambiar de criterio. Entonces, quien quedaría a la altura del betún sería yo. Y alguien comentaría entonces: "Lo tiene bien merecido por meterse a criticar a los demás".

Dejo ya tranquilo al señor Cela, de quien sigo siendo un fiel admirador, para decir que hace pocos días tuve ocasión de leer en un periódico tinerfeño -tampoco quiero mencionarlo- este subtítulo, con letras un tanto grandotas: "La concesión de la explotación de la instalación es de 35 años". No hay aquí, esa es la verdad, un error ortográfico ni sintáctico, pero sí cacofónico; de todos modos, a mí este error me parece más grave que el que cometí yo días pasados al confundir el participio pasivo ser asfaltado con el también "participio pasivo ser adoquinado". Me pregunto: ¿Será muy grave confundir el asfalto con los adoquines? Si a mi me hicieran tal pregunta contestaría que sí. ¡Los adoquines son mucho más artísticos! Si alguien no lo cree así... peor para ellos.

(Noto ahora que he vuelto a ser reiterativo. Pido disculpas a mis lectores).