Juan Cruz Ruiz deambuló anoche por las dos Españas que viven enfrentadas: la España que sigue atada a los posicionamientos franquistas y la España más colorada y revolucionaria. Lo hizo en el Real Casino de Tenerife en el acto en el que se presentaron los dos tomos que completan la serie de artículos de prensa de José María Segovia Cabrera que se desbordó con la publicación de "Mis recuerdos desde la Península" (2005-2009). El periodista y escritor portuense, Premio Canarias de Literatura, se presentó a los asistentes como "el amigo rojo" del ingeniero fallecido el año pasado.

Cruz Ruiz compartió mesa con Rafael Segovia, quien emulando a esos seres minúsculos, pero tremendamente hábiles a la hora de sortear los ciscos que se anteponen entre ellos y el hormiguero, recopiló uno a uno los artículos que dieron forma a "Añoranzas de un chicharrero" (2010-2012) y "Un chicharrero que dejó huella" (2013- 2014). "Yo era el rojo y José María Segovia el franquista", incidió el Premio Nacional de Periodismo Cultural para explicar los cimientos de una relación sin dobleces; un cara a cara en el que el homenajeado no dudó en calificar el medio para el que escribía Juan Cruz Ruiz como "El rojo París".

Pero en el ecuador de ese antagonismo donde una palabra malinterpretada tiene el mismo efecto que un puñal, Segovia Cabrera no quiso pasar de largo y se adentró en el universo periodístico de Juan Cruz Ruiz. "Encontró mis textos y, a su vez, halló un mundo virtual en el que no existen los lindes de eso que denominan redes sociales. El narrador que pintó con acierto el "Retrato de un hombre desnudo" (Alfaguara/2005) firmó una necrológica en la que sentenció con una precisión cirujana su ser: "Lástima mil veces. Don José María era un héroe de la vitalidad. Bendito sea", reprodujo un mail de la escritora Ángeles Mastretta, a la que Segovia Cabrera alistó para su causa en uno de los miles de mensajes cibernéticos que disparaba a diestra y siniestra.

La autora de "Mujeres de ojos grandes" -un libro de cuentos altamente recomendable- distinguió en este tinerfeño algo que ya había capiscado Cruz Ruiz. "Escribía a cientos de personas de todas las características e ideologías. Eso era algo que hacía todos los días", dijo a los asistentes el ganador de los premios Benito Pérez Armas (1972) y Azorín (1988) de novela. "Poco a poco, las redes sociales lo fueron convirtiendo en una persona menos cerrada ideológicamente y en un gran corresponsal", admitió un creador que tiene en su haber la Medalla de Oro de la Ciudad del Puerto de la Cruz en el instante en el que trazó una finísima línea divisoria entre el personaje "muy fecundo a la hora de escribir y extremadamente silencioso en el arte de la conversación. José María era un gran escuchador, tan bueno como su hijo José María. Un ser curioso...", juntó generacionalmente el que es adjunto a la dirección del diario El País.

Como el resto de los amigos de José María Segovia, muchos de los cuales se encontaron anoche en el Casino de Tenerife, Juan Cruz Ruiz no dejó escapar la oportunidad para elogiar su memorística. "Era un hombre de nombres, es decir, que no había ni una sola personalidad que se le escapara: sacaba su nombre y los apellidos correspondientes", exaltó de un ingeniero al que calificó de cosmopolita. "Hablaba de sus amigos los italianos, de las plantas industriales que montó en Asturias y de otros proyectos en los que tuvo una actividad crucial", enumeró antes de hablar de los canarios de esa generación a los que denominó "canarios preclaros".

"Yo tenía un amigo rojo, que era Pérez Minik, y otro franquista, que era José María Segovia... Ninguno me exigió que fuera franquista o rojo. Eso es una señal de espíritu liberal republicano del que tenemos que aprender todos", concluyó.

Juan

Cruz Ruiz

periodista y escritor