La mayoría de los tinerfeños se priva cada vez que nieva. Y miles ponen rumbo a la cumbre desde que caen cuatro copos en el Parque Nacional del Teide. Pero también hay tinerfeños como Baudelio Luis Díaz, un peón que trabaja en el cuidado de las carreteras del norte de la Isla desde octubre de 1975. Un villero de 60 años de edad que ya ha perdido la cuenta de las nevadas que ha vivido en su jornada laboral, y que reconoce que la nieve es muy bonita, "cuando no estás trabajando".

Después de 40 años de duro trabajo bajo el sol, la lluvia, la nieve o el granizo, Baudelio recuerda que al principio todo tiene más encanto: "Los primeros años me gustaba la nieve, pero ya cansa un poquito. Cuando el tiempo se pone duro yo soy de los que piensan: Ojalá llueva, que hace falta, pero que no caiga nieve".

Baudelio Luis nació en el barrio de medianías de Camino de Chasna, en La Orotava. Y en su trayectoria vital también siguió el sendero que da nombre a su barrio natal para establecerse en la otra Chasna: el municipio sureño de Vilaflor. Prácticamente cada día de los últimos cuarenta años ha recorrido las carreteras de la cumbre de la Isla, a través del Parque Nacional, para trabajar en su mantenimiento y conservación.

No recuerda cuántos días ha trabajado rodeado de nieve, y explica que ve a la gente disfrutar del manto blanco, "pero cuando se sube a trabajar, no es lo mismo".

Lo peor que lleva es el frío. "Te pasas horas trabajando y, cuando llegas a tu casa, no te sientes ni los pies. Cuesta mucho entrar en calor, aunque no pares", asegura.

"Claro que me gusta ver Las Cañadas nevadas cuando sale el sol, pero no es lo mismo ver esa imagen que estar en una carretera soportando viento helado, bajo la nieve y el aguanieve o aguantando granizos como garbanzos", cuenta con gracia.

Este peón laboral de carreteras conoce muy bien la cumbre, su segunda casa, y sabe que puede ser "muy dura". En los días de temporal ha sido testigo de cómo en apenas 15 minutos se puede formar una capa de 10 o 15 centímetros de nieve sobre el asfalto. "Mucha gente se queda atrapada y luego hay que ayudarles a salir", advierte.

Pese a todo, Baudelio reconoce que le hubiera gustado poder conducir una máquina quitanieves: "En su día hice los cursos, pero no me ha tocado y, a estas alturas, ya no me va a tocar. Me gusta ver cómo sale despedida la nieve blanda al paso de los quitanieves".