Pasadas las ocho y media de la tarde-noche de ayer salía de la iglesia de San Francisco, en el corazón del Antiguo Santa Cruz, el trono del Señor de las Tribulaciones de la procesión del Martes Santo chicharrero. Tras la eucaristía, que predicó el pregonero de la Semana Santa de la capital y rector del Seminario, Juan Pedro Rivero, centenares de fieles se sumaron al recorrido que se inició nada más descender la rampa. Desde allí, al interior del barrio de El Toscal, por un recorrido marcado por otros altares.

A los pies de la rampa, la Banda Municipal de Música de la capital tinerfeña, que, dirigida por Felipe Neri Gil, cantó con la Agrupación Lírico Musical Gran Tinerfe el himno al Señor de las Tribulaciones, la primera de las plegarias cantadas en un camino guiado por el Señor de Santa Cruz, arropado ayer por tres bandas de música. Junto a la municipal, la Banda San Juan, llegada desde La Orotava, que se distinguía por su uniforme de infante de marina, y la Banda Juvenil de Güímar.

"¿Qué fue de...?", pensó alguno al recordar caras y lugares del ayer, pasando el primer bar, el Platillo Volante, frente a San Francisco, para llegar al Águila, entre terrazas desde donde disfrutar como espectáculo de la devoción de otros pocos.

En la plaza del Príncipe, la Coral del Círculo de Amistad, otra plegaria cantada. El ancho de la calle se reducía, lo que anunciaba que el cortejo del Señor de Santa Cruz se adentraba al barrio por la calle de La Rosa. Y cuanto más estrecho, más cercano al corazón de El Toscal. Pasando por el colegio del Hogar Escuela, que regentan las salesianas, otra oración cantada. Y rumbo al "casco" de El Toscal, la misma calle del Señor de Tribulaciones, donde los niños, desde primera hora de la tarde, trabajaron con el pintor Manuel Tejeiro, en las alfombras de sales coloreadas que tapizaron esta vía. La comitiva había llegado a la antigua prisión de mujeres, donde habita el recuerdo del milagro que se le atribuye a la imagen, que evitó la entrada de cólera-morbo. La procesión parecía empujar las desnudas paredes de las casas centenarias de Tribulaciones para abrirse paso. De nuevo otra oración cantada. Y del corazón de El Toscal, regreso a las afueras del barrio.