En época de campaña electoral se dicen muchas tonterías. Hay que ser comprensivo. A los ministros se les saca de romería como a las patronas de los pueblos el día festivo, y van dando bandazos de un lado a otro de la geografía sin saber casi dónde están. Así que gritan un ¡Viva Honduras! en Cercedilla de Arriba. Pobres criaturas.

Pero los ministros deben saber algunas cosas de manual. Por ejemplo, que los gobiernos tienen muy poca responsabilidad en crear o destruir trabajos, excepto en el sector público. Es la economía la que crea empleo a través del crecimiento y la contratación en las empresas privadas, que quieren producir más para ganar más.

En este país se considera que la gente es lo suficientemente cretina como para creerse lo contrario. Por eso la izquierda y la derecha se han venido acusando de crear millones de parados, que son, en realidad, las víctimas de una crisis como no había conocido el planeta de más de un siglo. Es obvio que ni los socialistas, despilfarrando el superávit del Estado, ni los conservadores, con una política de expolio fiscal, han estado especialmente finos a la hora de ayudar a que se den las condiciones para crear nuevos empleos.

Fátima Báñez, la ministra de Paro, ha tenido los redaños de venir a Canarias y decir que si existe una comunidad beneficiada por las políticas reformistas del PP esa es la nuestra. Hay que tenerlos como los de Cristóbal Colón para decir eso, así, sin que le pegue un temblejo. No es que lo diga la fundación FAES, que preside el expresidente Aznar, que somos la comunidad peor financiada del Estado. No es que lo digan tres años, ¡cruz perro maldito!, en los que hemos visto cómo se han ido a freír puñetas los convenios de carreteras, el de infraestructuras turísticas, la depuración de aguas, las subvenciones al transporte de mercancías o tantas y tantas otras perras que antes nos daba el Estado. No. Es que una ministra de Trabajo no puede decir que nosotros vamos a ser el motor de la recuperación y que somos la leche merengada cuando en estas islas tenemos más de trescientos mil parados. No puede salvo que le haya dado un derrame cerebral en el avión de venida al archipiélago.

No puede decirlo cuando en estas islas tenemos el nivel salarial más bajo del Estado y una renta familiar disponible en los puestos de cola. Y no puede decirlo cuando el empleo que se crea es de muy baja calidad y estacional. No debe decir que se van a crear ciento treinta mil empleos en los próximos años en las islas porque esas promesas no se hacen en un cementerio laboral. Son de mal gusto. Ni se puede presumir de haber hecho la tarea oficial cuando está en unas islas con un importante sector turístico donde una gran parte de los trabajadores en paro no domina idiomas, no está cualificado y no ha recibido formación que le sirva para conseguir nuevos empleos.

No deben decirse esas cosas. Pero se dicen. Porque llega la campaña electoral y se pierde la vergüenza. Cuando la política llama a la puerta, la verdad salta por la ventana.