No se puede negar el poder que emana de un buen par de zapatos de tacón. Aunque casi siempre los relacionemos con la corte francesa y con el rey Luis XIV, el zapato de tacón ya aparecía en algunas ilustraciones del antiguo Egipto. En ellas, tanto hombres como mujeres aparecían representados con zapatos que les elevaban del suelo, quizás en una tentativa de mostrarlos como figuras más elevadas también en el sentido espiritual. El tacón también aparece relacionado con la utilización de los caballos, ya que, utilizando zapatos con tacón, era más fácil encajar el pie en el estribo para maniobrar a estos animales. En algunos dibujos de Leonardo Da Vinci los zapatos de tacón aparecen también relacionados con el mundo ecuestre y también antiguos dibujos descubiertos en Mongolia prueban su uso para estos fines.

Pero es en 1533 que, por primera vez, tenemos noticia de que los tacones son utilizados por pura vanidad. Con apenas catorce años de edad, la italiana Catalina de Médici trajo desde Florencia los tacones a París. Lució sus zapatos de tacón en su boda con Enrique II, duque de Orleans, una novedad que empezó a comentarse e hizo furor en la corte francesa. Muchos años después, en 1660, Nicolás Lestage fue el responsable de realizar los famosos zapatos de tacón para el rey Luis XIV. Conocido como el rey Sol, Luis XIV fue uno de los más destacados monarcas de la historia francesa. Instauró la monarquía absoluta y llevó a cabo una reorganización general en todos los ámbitos, elevando a Francia a primera potencia cultural europea. Era el poder personificado y, cómo no, tenía que llevar tacones.

Conocido zapatero de Burdeos, Lestage obsequió al monarca con un par de zapatos realizados en seda color miel, decorados con lirios y forrados de tafetán, y Luis XIV, enamorado de ellos, los luciría en su boda. Recompensado con el título de maestro zapatero del rey de Francia, recibió un rango nobiliario con derecho a un escudo de armas, aunque también, se dice, tenía amenazada su cabeza si hacia zapatos para alguien más que el rey.

Extremadamente preocupado por su imagen, al monarca le era imposible pasar delante de un espejo sin mirarse en él. El rey Sol impuso algunas de sus extravagantes costumbres en el vestir. Lucía orgullosamente sus exquisitos zapatos de tacón, hechos exclusivamente para él por Lestage. El artesano, siguiendo las especificaciones del rey, creaba verdaderas obras de arte: zapatos adornados con lazos, brocados, piedras preciosas y refinados bordados en hilo de plata con escenas de batallas, siempre con tacón y suelas rojas.

Tan enamorado tenían al rey sus nuevos zapatos, que prohibió llevar el exclusivo modelo al resto de la corte, también bajo pena de muerte. En realidad lucía tacones para disimular su baja estatura, media 1,63m, pero revolucionó la moda del calzado, reafirmando su soberanía y su poder en la exclusividad, inaugurando lo que hoy es conocido como el mercado del lujo.

Con el tiempo, el tacón pasó al uso casi exclusivo de la mujer, quizás por que la mayoría de los hombres no estaban dispuestos a cambiar comodidad por estética. El tacón actual de alguna manera también nos "eleva" a un nivel más alto de feminidad y sensualidad, sobre todo bajo la óptica masculina. Quizás por que nos estilice más las piernas y cambie nuestro modo de caminar, quizás por que tenga este toque de fetichismo ligado a la sexualidad en nuestro inconsciente. Sea como sea, el tacón cambia nuestra actitud corporal y nos otorga una especie de poder sobre los demás. La verdad es que, aunque sus orígenes sean masculinos, los tacones estaban predestinados a terminar en los pies de las mujeres.