Cuando me hablan de pactos "seguros" después de las próximas elecciones intento no reírme, porque si algo ha demostrado la experiencia es que en estas islas puede pasar de todo. La única novedad en la convocatoria de mayo es que los partidos tradicionales en las islas van a sufrir, en diferentes medidas, la pérdida de una importante cantidad de apoyos. Eso es, al menos, lo que adelantan las encuestas.

Es difícil calcular el alcance del voto de castigo que se dispersará por otras opciones a las hasta ahora mayoritarias, pero puede ser apreciable. Tanto que puede hacer imposible un pacto a dos en muchas corporaciones, donde seguramente será necesario un "menageatrois" político. Salvo que el electorado se comporte de una manera distinta a lo que hoy parece posible, lo que podemos esperar es un gigantesco potaje político, donde ganará como siempre la abstención.

En contra de esa tesis está el hecho de que las fuerzas políticas "alternativas" parecen tener menos fuelle en las islas que en territorio peninsular. Podemos se ha disfrazado bajo un potaje de siglas donde se ha diluido el carisma de un desaparecido Pablo Iglesias (que no quiere saber nada de nada hasta las generales) y Ciudadanos no tiene en Canarias el eco peninsular. Pero parece que rascarán escaños del Parlamento.

Para evitarlo están pasando algunas pocas cosas. Líderes jóvenes que vienen con nuevos mensajes de renovación. Los nacionalistas han pasado la pulidora por las listas apostando en gran medida por los cambios. Los socialistas han elegido una candidata populista para combatir al fuego con el fuego. Y el PP, como siempre inasequible al desaliento, pasando de todo y aferrándose a los restos del naufragio gritando que ya se ve tierra, que ya se divisa, que casi estamos salvados, sin darse cuenta de la cantidad de gente que está flotando boca abajo, ahogados ya sin remedio, a su alrededor pero con una papeleta en la mano.

La inestabilidad no es buena para el buen gobierno de las cosas. Habrá gente que pueda recordar cómo se descuajeringó el municipio de Las Palmas durante aquellas alcaldías "timesharing" que durante algunos años convirtieron a la cocapital en una casa de los líos. Durante esta legislatura hemos comprobado cómo el paraguas de un pacto de gobierno en Canarias no sirve para garantizar que haya el mismo pacto en todas las instituciones. El Cabildo de El Hierro o el de La Palma, o varios ayuntamientos de La Palma o Güímar o Tacoronte, han sido importantes y no únicas anomalías. Después de las próximas elecciones habrá muchas más.

Los primeros días van a ser vertiginosos porque en muchas corporaciones locales se intentará buscar un acuerdo de gobierno que se cierre antes de que se haga un acuerdo "por arriba". Va a ser muy difícil que los grandes partidos puedan imponer disciplina, sobre todo si el mapa termina con una disgregación de fuerzas tan importante como se prevé. Ya veremos, pero en apariencia llegan buenos tiempos para el columnismo político. El caos y el desorden siempre dan mucho de sí.

Todo esto puede ser así. Solo puede. Porque en la política de Canarias la única cosa segura es que cualquier cosa es posible.